La transición del embarazo y el parto es un momento especial en la vida, por eso los centros de salud tomaron los mayores recaudos para quienes estén atravesando estas situaciones. 

"La embarazada no es una persona de riesgo aunque sea más vulnerable a cuadros respiratorios", explica el médico obstetra Ignacio Pérez Tomasone. Por eso recomienda que estén tranquilas, ya que el bebe adentro del útero y al nacer no se puede contagiar si la madre es COVID-19 positivo. 

Tampoco la leche materna contagia. Pese a esto, el Ministerio de Salud nacional recomienda que la mamá infectada se extraiga la leche y se la de otra persona en mamadera. El especialista aclara que "la posibilidad de darle el pecho directo existe, con barbijo, con camisolín impermeable con un agujero en la teta, guantes". Sin embargo, considera que incluso así puede haber riesgo de contagio.

"Ahora el personal en la sala de parto tiene barbijos y antiparras, aunque no son menos personas", explica el obstetra. Reconoce que se enfatizó la higiene en las clínicas y hospitales.

En grupos de Facebook, muchas embarazadas cuentan que en distintas clínicas del país no permiten ser acompañadas en los controles ni en el parto. Frente a esta situación, el médico sostiene: "Hasta el lunes pasado estuve de guardia en un hospital público y el acompañante entraba porque era COVID-19 negativo", dice el médico. Aunque explica que "hay ciudades que en las cesáreas nunca permiten que el acompañante entre por ser una cirugía".

El especialista aclara que "por ahora no hubo partos de embarazadas con coronavirus". En caso de ocurrir dicha situación, "no podría entrar acompañada". 

Pérez Tomasone sostiene que hay pacientes más ansiosas, que con "38 o 39 semana piden la cesárea". Tener COVID-19 no implica que la embarazada tenga que hacerse cesárea, puede parir de forma natural sin complicaciones.

El Ministerio de Salud armó una guía de recomendaciones para los acompañantes de las personas gestantes o que estén en el puerperio. En el ingreso al centro de salud, se le debe controlar su temperatura y allí le harán unas preguntas para saber si puede ser un caso asintomático o sospechoso.

Asimismo el documento indica que cuando la embarazada se haga controles, solo podrá ser acompañada si hay suficiente espacio entre las personas. En el caso de dar a luz, el acompañante puede ingresar a la sala y permanecerá en la habitación de la paciente hasta retirarse del establecimiento. A su vez, llevará una identificación que diga "visitante".

Dar a luz

El primer día de la cuarentena, Ailín S., a sus 34 años, parió a su segundo hijo en el Sanatorio Finochietto de la Ciudad de Buenos Aires. "Apenas entrás, te piden que te pongas alcohol en gel y en la guardia obstétrica dejan pasar de a una mujer a la vez", explica sobre los nuevos controles de la clínica.

"Dar a luz es una situación muy amorosa, entonces fue raro no saludar con un beso a mi obstetra y mi partera", cuenta la mamá influencer conocida como @mother.like.no.other. Y agrega: "Lo más difícil de parir durante el aislamiento obligatorio es que nadie conoce a mi gordo. Los abuelos lo ven por Skype, algo que para ellos, como para mí, es muy doloroso".

El bebé estuvo un día y medio en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatológicos (neo), donde podía ingresar de a un padre a la vez. "Al entrar habían muchos recaudos", recuerda Ailín. Entre ellos, debió limpiarse los brazos hasta los codos, no tocar los picaportes y limpiarse con alcohol en gel. Reconoce el gran trabajo de los enfermeros que trabajan en esa área.

La vacuna de la BCG se la dieron a su hijo a la semana de nacer, dado que por la cuarentena, la enfermera no se encontraba en el momento en el hospital. También debieron regresar nuevamente para anotar al bebé en el Registro Civil dentro de la clínica.

La salida de la clínica, fue una situación "apocalíptica": "No tuve miedo en el quirófano pero si cuando me fui, las calles estaban desérticas", relata Ailín. El hospital le hizo un documento para transitar, que le permite ir a ver al pediatra que atiende allí.

Embarazadas

En tiempos de coronavirus, las embarazadas tienen mayores cuidados. Maribel Lacco, 33 años, se convertirá en madre primeriza en junio. La semana próxima tendrá que hacerse un nuevo control en el Mater Dei, que solo mantiene neo y obstetricia. El 19 de marzo, día anterior al aislamiento obligatorio, no pudo ingresar con su pareja a hacerse la última ecografía. 

"Es un lío darse vacunas porque los vacunatorios priorizan a los mayores de 65 años", sostiene la futura mamá, que tuvo que pedir permiso para pasar por ser embarazada, debido a la gran cantidad de personas. Y agrega: "Ahora los monitoreos se están haciendo más espaciados". 

El Gobierno no dispuso un permiso especial para circular para que las embarazadas circulen. "Las chicas comparten en los grupos de Facebook que las pararon cuando están en el auto y les solicitan los turnos médicos", cuenta Lacco.

Maribel practica yoga en su hogar.

También Romina Di Landro, de 37 años, será mamá por primera vez en julio: "No hay información y los obstetras están desorganizados ante esta circunstancia". Este martes tenía turno, pero el médico solo atiende a "embarazadas a punto de parir y de riesgo".

Durante la cuarentena, debió hacerse la curva de glucosa porque sino se le pasaba la fecha. Cuando llegó al laboratorio, estaba cerrado, pero abrió a las 6.30 hs exclusivamente para embarazadas y adultos mayores. "Los mayores se sacaban y volvían a ponerse los barbijos, usaban guantes de latex y tocaban todo. Una locura", relata la futura madre. Luego de tres horas pudo terminar con los análisis.

Di Landro realiza el Programa Parto Seguro sin intervención del Hospital Austral, y un curso de gimnasia y preparación para la maternidad de manera online: "No me puedo imaginar lo que estarán sufriendo las embarazadas que no pueden conectarse con su obstetra ni hacerse las ecografías".