A 30 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), sobrevivientes, familiares de víctimas, autoridades de la entidad, del Gobierno nacional e integrantes de la sociedad en general se congregaron este jueves en el barrio porteño de Balvanera para rendir homenaje a los 85 fallecidos aquel 18 de julio de 1994. Entre lágrimas, parientes de cinco de ellos subieron al escenario y brindaron sus crudos relatos, en los que lamentaron el "fatídico destino" y las "tres décadas de dolor".

La primera en hablar fue Patricia, hermana de Mirta Strier, quien recordó dirigiéndose a ella: "Te hiciste adulta muy rápido, te casaste joven, fuiste madre de tres hermosos hijos, Gaby, Gastón y Matías, a los que criaste con mucho amor y dedicación, hasta que tu marido te abandonó, cuando aún eran pequeños. Y allí comenzó tu lucha, la de buscar urgente trabajo para poder alimentar a tus hijos". 

"Encontraste tu oportunidad en AMIA, siempre decías que era el único lugar donde consideraban tu situación y te daban contención. Tanto valorabas tu trabajo que, cuando en marzo del '92 ocurrió el atentado a la Embajada de Israel, tus hijos te rogaron que renunciaras; estaban aterrados de que te pudiera pasar algo", detalló respecto del primer ataque terrorista en suelo argentino, antes de lamentar lo que pasó dos años después: "Sus miedos se hicieron realidad y a tus jóvenes 42 años una bomba asesina te arrancó de nuestro lado".

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Sobre los días que siguieron, Patricia señaló que estuvieron cargados de "incertidumbre" hasta que a la semana encontraron el cuerpo de Mirta y sostuvo: "En ese momento supimos que tu fatídico destino quiso que esa fría mañana de julio cambiaras tu rutina, y que en vez de entrar a trabajar al mediodía, llegaras temprano a la mañana para hacer unas fotocopias de archivos sobre los 100 años de inmigración judía en Argentina". 

A continuación fue el turno de Jéssica, hermana de Emiliano Brikman, quien ese 18 de julio había acudido a la bolsa de trabajo de la entidad ubicada en Pasteur 633. "La noche anterior nos quedamos hasta las 5 de la mañana escuchando música, y aún así él se despertó temprano", recordó la mujer, que en ese entonces tenía 17 años, y agregó: "Me mostró la campera nueva azul de corderoy que se estaba estrenando, me saludó y se fue. Más tarde sonó el teléfono de casa y atendí, era el amigo que lo iba a acompañar pero se quedó dormido".

"Me preguntó por él, le dije que ya se había ido, me dijo 'prendé la tele que explotó una bomba en la AMIA'. Lo primero que hice fue ponerme las zapatillas e irme a buscarlo, porque vivíamos a 10 minutos de acá", reveló antes de detallar que el cuerpo del joven fue encontrado siete días después entre las ruinas. "Hoy traje un pedazo de aquellos escombros, una piedra que ya tiene 30 años de dolor y de impunidad. Ese día me traje esta piedra y me dije 'la voy a tirar el día que mi hermano y todos los familiares tengamos justicia'", concluyó.

Por su parte, la menor de los siete hijos de Hugo Norberto Basiglio, Tamara, narró que cuando se perpetró el atentado tenía tan sólo un año y cinco meses y reconstruyó la imagen de su padre a través de lo que le contaron su mamá y sus hermanos. Agregó que hoy lo imagina "todos los días" de su vida y cuestionó: "¿Por qué yo me tengo que conformar con recuerdos ajenos?"

En tanto, Carina, hermana de Romina Ambar Luján Bolan, rememoró que era "una joven de apenas 19 años, quien ese día caminaba por la calle Pasteur hacia la facultad de Ciencias Económicas para inscribirse", y denunció: "Su ausencia por supuesto fue devastadora. El atentado dividió nuestras vidas abruptamente, y a pesar de que intentamos seguir adelante todos los días, nada volvió a ser igual". En este sentido, subrayó que pasaron "tres décadas de impunidad, de dolor y frustración", pero en su familia "perdura el compromiso con su memoria". 

El último familiar en hablar en el acto de este jueves fue Ariel, hermano de Ileana Mercovich, quien señaló que la joven "tenía 21 años en el momento en el que la bomba la asesinó", puntualizó que había entrado a la bolsa de trabajo de la AMIA "cuatro minutos antes de las 9:53", y confesó: "La mañana del 18 de julio de 1994 me desperté sobresaltado, sentí algo extraño".

"A las 13 horas del lunes 18 movimos escombros sin parar, al principio rescatamos gente con vida, muchos heridos, era todo una locura. Luego, solo restos de nuestros seres queridos. Encontré su cuerpo sin vida una semana más tarde, el lunes siguiente a las 5 de la mañana y la reconocí por su anillo", indicó y sentenció: "Lo que vimos y vivimos se convirtieron en pesadillas que me persiguieron durante muchos años".