Cada vez son más los adolescentes que la pasan mal por tener exceso de ansiedad.  

Así lo confirmó la psicóloga especializada en adolescencia Florencia Alfie, mientras asegura que "en los últimos años el número de adolescentes con ansiedad aumentó notablemente".   

"No funcionan frases como ´ya se te va a pasar’ o ´no es para tanto´", dijo la especialista.   

En cambio, al usarlas, lo que se consigue es tapar los signos de alarma que, de ser tenidos en cuenta en el momento preciso servirían para aliviar los padecimientos de los y las adolescentes de manera rápida y efectiva.   

Entre los signos más notables, observó que los pensamientos de los y las adolescentes se vuelven cada vez más "negativos y repetitivos, que les cuesta mantener la atención y comienzan a dejar de realizar actividades por miedo, y a su vez que se les dificulta la relación con los demás".   

También recordó que la adolescencia "es un período especialmente vulnerable y propicio para la aparición de la ansiedad", ya que durante estos años se suceden una serie de cambios físicos, psicológicos y sociales.   

¿Qué es la ansiedad y en qué situaciones se vuelve preocupante? ¿Cómo conviene actuar al respecto? 

Se trata de una respuesta evolutiva natural que surge ante situaciones amenazantes. En la adolescencia existen cambios físicos, psíquicos y emocionales esperables que son propios de esta etapa.   

La alerta debería prenderse cuando estos cambios despiertan conductas nuevas que causan malestar, inseguridad y nuevos miedos capaces de paralizar la antigua vida cotidiana.   

Según explicó Alfie, cuando aparece la ansiedad es común sentir que los músculos se tensen y que aumente la frecuencia cardíaca y respiratoria, ya que el cuerpo se prepara para huir o pelear. Hasta acá no hay peligro.   

"La ansiedad entonces cumpliría una función positiva al protegernos de algún peligro", dijo.   

¿Cuándo se convierte en un problema?: "Cuando percibimos situaciones sencillas como algo amenazante y catastrófico, como puede ser salir a hacer las compras o entablar una conversación.  

Hay una tendencia a ver todo de forma negativa y a imaginar las cosas más desagradables o desgraciadas. Cuando los niños son chicos se preocupan por cosas como los monstruos, insectos, la oscuridad, mientras que los adolescentes se preocupan más por ellos mismos: temen no tener éxito en la escuela, en su deporte favorito o con la chica/o que les gusta, están muy pendientes de lo que los demás piensen y por eso les preocupa ser vistos como estúpido/as o hacer o decir algo fuera de lugar que los pueda avergonzar", detalló la especialista.