Romelu Lukaku es uno de los jugadores que más llama la atención en este Mundial de Rusia 2018. Ante Túnez, el potente centrodelantero belga había igualado una marca que Maradona registró en México 1986 al anotar dos goles en partidos consecutivos.

Ahora, en cuartos de final ante la Selección de Brasil, una de las favoritas, el futbolista del Manchester United volvió a demostrar su increíble calidad y versatilidad que le permiten salir del área y abrir el juego.

Lukaku, el goleador de Bélgica que diluía leche y vivía entre ratas

Pero el jugador belga de 25 años no llegó a esos logros de un día para el otro. "Mi meta siempre fue ser el mejor futbolista de la historia de Bélgica. No uno bueno ni uno grande. El mejor", así definió el futbolista la pasión que lleva desde niño y que lo hizo trabajar duro cada día de su vida para lograr su objetivo. 

Hijo de un jugador de fútbol profesional de la segunda división, Lukaku decidió a los cinco años que su futuro sería grande. "Cuando tenía seis años supe que estábamos en la lona. Volví del colegio al mediodía y vi como mi mamá diluía la leche con agua para que nuestra comida diaria pudiese durar toda la semana".

El menú de su infancia era pan con leche. En la ciudad de Amberes, el trabajo era escaso y la mamá, el hermano y Romelu sobrevivían en la pobreza cuando se terminó la carrera profesional de su padre.

Lukaku, el goleador de Bélgica que diluía leche y vivía entre ratas

Las lágrimas de su madre fueron el click para ese niño que decidió que su futuro sería mejor. Y así comenzó un esfuerzo extraodinario para lucirse en cada partido de la primaria, en cada encuentro de su club barrial y en cada picadito en la plaza.

"De chico jugaba con mucho enojo por un montón de cosas... por las ratas que corrían por el departamento, porque no podía ver la Champions, por cómo los padres me miraban. Yo me sentía en una misión para triunfar y ser grande", le confesó conmovido Lukaku al medio The Players Tribune. Su objetivo era llegar a ser jugador profesional a los 16 años. Y lo logró 11 días después.

El mayor arrepentimiento que tengo es que mi abuelo no está viendo todo lo que logré

"Mi primer gol prefesional fue un momento decisivo. Ese día cambió mi vida. Lo supe. Todo iba a ser mejor. No iba a ver más a mi mamá llorar, podía empezar a ver fútbol todos los días, comprarme una playstation. ¡Nunca pude tener una! Pude tener todas las cosas que quería de chico y esos momentos fueron los mejores de mi carrera. Olvidate de mi primer gol, o mi debut en la Premier League. Estas cosas eran las que yo soñaba con tener de chico, era lo que esperaba conseguir", contaba emocionado del momento en que atinó el primero para Anderlecht.

Su esfuerzo lo llevaría a la gloria del fútbol europeo y un gran camino por las ligas mayores hasta llegar hoy en día a ser titular del Manchester United y un indiscutible de la Selección de Bélgica. Pero, sin embargo, siempre luchó y sigue luchando contra sus detractores que lo consideran un inmigrante en tierras del Primer Mundo. 

Lukaku, el goleador de Bélgica que diluía leche y vivía entre ratas

"Cuando las cosas van bien, los medios me nombran como 'Romelu Lukaku, el goleador belga'. En cambio, cuando van mal, soy 'el goleador belga de descendencia congolesa'". Orgulloso de la nacionalidad de sus progenitores, es muy crítico de todos los padres que le pedían el documento para certificar que era belga en los picaditos barriales.

Siempre lo miraron con asombro cuando se paraba del otro lado de la cancha para destruir las ilusiones de sus contrincantes, pero nunca se sintió menos por eso. "No me importa esa gente. Ellos no estaban cuando comía los cereales con agua porque no había leche. Si no estuvieron cuando yo realmente no tenía nada, no hay forma de que puedan entenderme".

Lukaku, el goleador de Bélgica que diluía leche y vivía entre ratas

Sin embargo, hay algo que sí toca a Lukaku de cerca. "El mayor arrepentimiento que tengo es que mi abuelo no está viendo todo lo que logré. Le hice una promesa de que iba a cuidar de mi madre y la mantengo. Todavía no estoy satisfecho. Quiero lograr más cosas. Pero si mi abuelo me está mirando, le diría que estoy a mitad de camino". La promesa se la hizo cinco días antes de su muerte, cuando todavía era un adolescente destacado en su escuela. 

Su abuelo materno no pudo ver cómo logró hacer 76 goles en 34 partidos a los 12 años, cómo debutó en la Selección de Bélgica con 16 años y cómo, con 25 años, ya se afianzó como uno de los máximos goleadores de una Copa del Mundo.

"La gente puede decir lo que quiera del equipo y hasta de mí. La vida es muy corta para el drama y el estrés. A Rusia voy a divertirme", subrayó.