No mucho tiempo atrás, la angustia que sentíamos ante la idea de un declive inminente -e inevitable- de Messi ofrecía una tregua cordobesa, sexy y carismática. Paulo Dybala, de él hablamos, prometía venir si no a ocupar el lugar de Lio entre los más grandes de la historia, a tomar la posta como el futuro de la selección nacional. Buenas campañas en Palermo lo llevaron a tomar la mítica camiseta 21 de la Juventus y ser la parte creativa y desequilibrante de una vecchia signora efectiva y poco vistosa, como es moneda corriente.

Su segunda temporada en el equipo turinés lo puso en boca de todos; un doblete para dejar afuera al Barcelona en cuartos de final de Champions League semejaba un simulacro de lo expresado más arriba: un Rey Messi cansado, falto de chispa, frustrado ante los Chiellinis y Bonuccis, entregando su cetro a la joven promesa sin casi oponer resistencia. Más adelante perdió la final en Cardiff con Real Madrid, sí. Fue una paliza, también. ¿La tocó? Casi nada. No importaba. Dybala era la sensación, el futuro, una explosión que le hizo ganar fotos con Rihanna y un apodo que es casi un karma: La Joya. Sí, el mismo que Rodrigo Palacio.

¿Y después, qué? Un mes más tarde fue parte de la sufrida clasificación para el Mundial, ofreciendo muy poco y nada contra Uruguay y Venezuela y permaneciendo en el banco de suplentes ante Perú y Ecuador. Lejos de establecerse, la sociedad Messi-Dybala nunca arrancó. De hecho el cordobés no llegó a mostrar tan sólo una pincelada de lo hecho en Italia, ya sea en los partidos determinantes, por los porotos, ni en los amistosos ante Rusia (seamos buenos, jugó sólo 5 minutos) y Nigeria, donde fue titular en el 2-4 y preocupó su andar displicente con el que dejó una pregunta flotando en el aire: ¿tiene ganas Dybala de romperla en la selección? 

El comienzo de la temporada lo encontró viendo cómo los grandes de Europa se sacaban los ojos por contratarlo. No obstante, tuvo un arranque irregular en el que alternó partidos en el banco con algunos golazos, hasta lesionarse cuando estaba retomando su mejor forma; una inoportuna dolencia en los flexores del muslo derecho lo llevaron a estar parado durante más de un mes. 

La vuelta tardó en concretarse, pero fue auspiciosa: hizo el gol de la victoria ante Tottenham. Ni eso alcanzó para que el cordobés estuviera en la consideración de Jorge Sampaoli para los amistosos ante Italia, el viernes y frente a España, el próximo miércoles. Las declaraciones del DT de la Selección no colaboraron en nada: "Pensamos que era un jugador top: o no lo ubicamos bien o él no se adaptó". Los dichos se los llevará el viento si finalmente aparece en la lista final, pero todo parece conducir a un camino lejos de Rusia. Dybala es, entonces, la gran duda para el Mundial.