El año del gato
Polsito se encontró a Moria en el Aeropuerto. Sos mi religión, le dijo. Es que soy muy metafísica, le dijo Moria.
Polsito y yo salimos a pasear a la tarde el último día del año. Almorzamos afuera en Dandy de Libertador. Polsito no sabe llamar un mozo pero disfruta mucho con la gente que pasa. Mirá esa mostra, dice y se rie como una hiena pero más acolchonado, sin rabia, solo en un momento de disfrute personal.
Un tiburón amigo que está por tener un hijo pasó y se sentó un segundo. Le hice el spoiler de la vida de la paternidad, que es ayudar a poner una persona feliz y de bien en el mundo. Tenés que concentrarte en que sea considerado con los demás, se lave los dientes y coma con la boca cerrada. Tenés permiso para dejarle un par de traumas menores y heradarle un cope. Le di la clase al tiburcio y se fue corriendo.
Pienso que hay copes mucho mejores para heredarle a un hijo que un equipo de fútbol. Están los caballos si no vivís en la ciudad, Dire Straits o cualquier otro tipo de música, el tenis que esta semana jugó una chica en particular estando de vacaciones con su padre.
Por ahí el futbol es la herramienta que tienen los pobres sin tiempo o guita para coincidir en la emotiva con el hijo, para asegurarse un tema de conversación para cuando el cretine empiece a dar menos bola.
Fuimos a la estatua de Mitre en La Isla. No miro cine pero no vi escenas a la noche ahí, ojalá haya, se ve el horizonte desde el centro de la ciudad. Estás en la punta de la loma sobre la que está construida la ciudad, el lado pulenta, la punta de la loma, desde Balcarce y Estados Unidos, en San Telmo, donde ahora está el Café Rivas hasta Barrancas.
Me da euforia imaginarme a Juan de Garay mandando a tirar la tanza para dibujar la traza de una ciudad.
Polsito vio un cachorro de gato negro intentando cazar pajaritos. Se movía elástico como si ya le hubiera ido bien antes. Este gato en dos meses es un salvaje y en cinco años cagó fuego, me dijo Polsito, que conecta de una manera muy rara con los animales. Polsito lo llamaba y el gato de la calle lo seguía.
En un Carrefour de Las Heras compré atún para el gato. Como un boludo compré en aceite. Me dió por una Pepsi esta vez y tuve que ir al fondo. Adelante está la cocucha, en heladaras muy rojas y flamantes de bordes redondeados. Las Malvinas las recuperamos con un comando conjunto de Marketing de Coca y Pepsi. Esos pibes sí que lo dejan todo.
El gato claramente está haciendo la carrera hacia jefe. Disfrutando con cuidado de lo nuevo, se comió el atún.
La estrella de tuiter El auto te pide vino con un bolso para gatos, no se si no habría que decir una trampa para gatos. Yo me alejé por si el gato chillaba, pero entre los dos le dijeron al gato que entre al bolso. Y el gato entró.
En el camino entré en una veterinaria. Tenían el aire en 18. Es joda, parecía la antesala de un concierto de Frank Sinatra. La gente le mete cuotas a los gastos del perro. Llevé unas piedras y la caja para piedras más barata.
Recién le pregunté a Polsito como se lleva el negro con el otro gato y el rrope. Se está haciendo de abajo, gordo, me dijo. Se estaba yendo a ver despegar aviones. Hay una aplicación que le agrega información a lo divertido de mirar.