Cuando el show del rating supera la realidad
Escándalo. Exclusivo. Tremendos detalles. Hace dos semanas que los títulos y las declaraciones morbosas y llamativas llenan horas y horas en los medios. ¿Quién protege a los y las pibas de tanta brutalidad y estupidez a las que son expuestos después de haber vivido una de las situaciones más traumáticas posibles?
Las causas por abusos se convirtieron tan rápidamente en una pelea de rating y de cancha que para muchos ya no importa qué pasó y quiénes son los responsables, sino que se reduce a pensar en cómo sacarle provecho a la información para chicanear o lucrar con eso.
La causa que comenzó con el testimonio de una víctima dentro del club Independiente derivó en una pelea de egos demasiado rápido. Periodistas que corren detrás de una primicia que consiste en describir cómo fueron tratados y abusados los chicos de inferiores, sin que les importe que del otro lado puede haber otros chicos en esa misma situación y que, al verse así de expuestos, no quieran ir a declarar. ¿El fin de todas y todos no debería ser que la mayor cantidad de víctimas se acerquen así se puede identificar a todos los culpables?
La fiscal Soledad Garibaldi se encontró con una red de pedofilia que captaba juveniles que estaban lejos de sus familias y se aprovechaban de esa situación de vulnerabilidad y soledad. Uno de ellos no aguantó más y explotó. El club Independiente, lejos de tapar la situación, denunció lo que sabía y puso a disposición no sólo a los directivos sino también a psicólogos para contener y ayudar a las víctimas.
Mientras se realizaban allanamientos y detenciones con figuras relacionadas al fútbol y al mundo del espectáculo, una descontrolada Natacha Jaitt salió a decir que, desde hacía un año, ella estaba investigando (¿para quién? ¿con qué propósito? ¿es policía o fiscal?) a esa red de pedófilos y se dedicó a ventilar los nombres que circulaban por Twitter desde hacia varios días.
Mientras los mencionados se indignaban (y con razón), muchos otros recordaban los pequeños episodios donde ellos mismos le dieron validez a situaciones bastante flojas de papeles. El problema es que, mientras se sigue discutiendo sobre Jaitt, un juez y una fiscal tiene que lidiar con esa situación mientras tratan de rearmar el rompecabezas de una causa que claramente tiene muchas piezas y de las que todavía no conocemos ni la mitad.
Ayer, el abogado de una asociación de víctimas de abusos sexuales presentó una denuncia donde sostenía que se habían cometido abusos dentro de River Plate entre 2004 y 2011. Otra vez, miles de especulaciones: detalles de las víctimas, de la médica que habría dado su testimonio, de los psicólogos que atendieron a los/as chicos/as.
Esa denuncia gravísima que recién fue sorteada hoy cayó en un juzgado de la Ciudad de Buenos Aires. La jueza Yamile Bernan rápidamente dictó el secreto de sumario para proteger no sólo a la investigación sino también a esos tres jóvenes que, sin haberse ni siquiera presentado a declarar, ya están bajo una presión enorme.
Las dos causas tienen todo y nada que ver a la vez. Serán investigaciones distintas con procesos y circunstancias distintas, donde tendrán que manejarse con todo el cuidado que requieren los expedientes por delitos sexuales.
Ahora, ¿de qué le sirve al periodismo contar los detalles de un abuso? ¿Podemos visibilizar y relatar algo que merece la atención de toda la sociedad sin caer en el morbo? Las últimas 96 horas se ríen en la cara de esas dos preguntas.