¿Qué es Nintendo Labo?
La nueva gran apuesta de la casa de Zelda y Mario, no es el 4k ni la realidad virtual. Son juguetes de cartón.
Nintendo juega a otro deporte. No le importa mucho hacia dónde se está dirigiendo la industria, ellos hacen la suya. Cuando todos apuntaban a más resolución, más pixeles, más potencia, más conectividad; ellos sacaron la Switch y ya vendieron más de diez millones con una consola que no es más potente que algunas tablets.
En este comienzo de 2018, la empresa japonesa volvió a sorprender a todos. ¿Sacando un casco de realidad virtual? ¿Mostrando su nuevo servicio online premium? No, nada que te pudieras imaginar. En cambio, descolocaron a todos anunciando Nintendo Labo.
Este es un sistema basado en estructuras de cartón, que brindan nuevas formas de interactuar con juegos en la Nintendo Switch. Es más un juguete que un periférico al que nos tienen acostumbrados en los videojuegos. Es el maridaje entre la tradición de Nintendo como empresa fabricante de juguetes y su rama actual relacionada al gaming.
Es un producto orientado a un público infantil, eso está claro. En su marketing inicial, la Nintendo Switch no había ido a buscar a los niños y niñas del mundo; en cambio apuntó a ex gamers, a millenials, a aquellas personas que sienten nostalgia por los primeros Mario y Zelda. Por lo tanto, es un intento por ampliar su público, su base de usuarios.
La apuesta es, como mínimo, intrigante. Labo parece ser una hermosa locura que acomodando unos cartones, insertando los joycon y colocando la pantalla en ciertos lugares te permite tener distintas experiencias: tocar el piano, pescar, manejar un auto a control remoto (en donde el “motor” es uno de los joycon), ser un robot, estar arriba de una moto, entre otros.
El 20 de abril saldrán a la venta dos kits específicos. El primero es el de “Variedades”, que saldrá 70 dólares y trae cinco minijuegos. El segundo es el kit “Robótico”, que valdrá 80 dólares y traerá un sólo juego (pero que se supone será más sustancial).
A simple vista, a muchas personas esto les parecerá una estupidez o un robo. Pensarán que lo pueden hacer ellos mismos con una caja de pizza, pero la realidad es que el 80% del precio tiene que ver con el software. El cartón es lo menos costoso y seguramente días después de la salida al mercado, estén los planos para imprimirlo en tu casa sin pagar dinero adicional. Así todo, lo más importante son los juegos que aprovechan estas formas de cartón que chicos y chicas tendrán que armar. Estos títulos parecen aprovechar más a fondo la tecnología de los joycon de Nintendo, que vienen con una “vibración HD”, sensores infrarrojos y de movimiento que otros juegos de la consola no están aprovechando tanto.
Pero todas las dudas serán acalladas si estas experiencias valen la pena. Si son de buena calidad, poco importará si el manubrio está hecho de cartón o no. Ahora, si llegan a decepcionar, no sé si el concepto se sostiene por sí solo. Aunque los que van a determinar su éxito, a fin de cuentas, será el público infantil que le pida a sus padres y madres que se lo compren.
Los tres pilares de Nintendo Labo son “Make, play, discover”, es decir, “hacé, jugá y descubrí”. Ese es el verdadero potencial del producto, permitir que niños y niñas interactúen con juguetes físicos pero a la vez sigan relacionándose con nuevas tecnologías. Pone en funcionamiento su creatividad y su habilidad manual. Casi como una especie de Lego pero orientado al gaming, con lo que parece ser un cierto grado de customización en lo estético y con, esperemos, nuevos usos para las mismas piezas.
Quizás Labo termina siendo un fracaso. Quizás en unos años tenemos depósitos enteros llenos de cajas de cartón. Pero más allá de cuánto éxito comercial vaya a tener, es innegable que es algo distinto y jugado. Nintendo siempre apuesta por algo diferente. A veces crea una nueva fiebre como fue con la Wii y los controles de movimiento; otras la pifia como con Gamecube o Wii U. Pero esa sensación de ser anacrónica, de no depender del resto, de no importarle qué es tendencia, en muchas ocasiones le termina jugando a su favor. Es una empresa que suele mirar mucho a su pasado y ver cómo puede homenajearlo y resignificarlo. Lo hace en sus juegos y esta vez trae una faceta de sus épocas de fabricar juguetes donde ya habían lanzado una línea de autos para armar con cartón.
Nunca se quedan en lo seguro y tratan de dar una cuota de creatividad, locura, desfachatez, color y diversión en un contexto mundial donde cada noticia te tira cada vez más para abajo.