El Irlandés, la última joya de Scorsese: "Yo escuché que pinta" a mejor película del año
Mezclando melancolía, cine de mafiosos y una reflexión sobre la vejez, y con las actuaciones estelares de Robert De Niro, Joe Pesci y Harvey Keitel y Al Pacino, la película del director de Taxi Driver se estrena hoy en Netflix.
Netflix será recordada por haber modificado la dinámica de la industria audiovisual y el consumo hogareño de series y películas, pero también por haber sido responsabilizada por la “destrucción del cine”. Vaya ironía, financió una de las mayores obras cinematográficas de esta era con figuras (director y protagonistas) de otra época. Quizá un tipo de cine que ya no volvamos a ver.
El Irlandés llega hoy a Netflix luego de un corto paso por los cines argentinos. Tuvo muy poca presencia en salas regulares por un desacuerdo entre las grandes cadenas y la plataforma, responsable de financiar la última obra maestra del cine de mafiosos y de Martin Scorsese, quien se da el gusto de volver a juntarse con Robert De Niro, Joe Pesci y Harvey Keitel, más la presencia estelar de Al Pacino. Un quinteto inolvidable; el círculo cierra a la perfección.
Con una inversión superior a los 150 millones de dólares, un proyecto ambicioso por parte del director italoamericano, el film supera las tres horas y media, pero logra contar una historia imposible en el cine contemporáneo. Una oda al subgénero, un homenaje a su propia “Buenos Muchachos” con referencias a toda su filmografía, pero también a esta generación de actores que marcaron a fuego a millones de espectadores de todo el mundo.
Scorsese, que todavía tiene cuatro proyectos en carpeta, se despachó con una obra maestra digna de ver en cine, pero también unas cuantas veces más en casa por la pantalla de Netflix.
El Irlandés sigue la historia de Frank Sheeran (Robert De Niro), un camionero que consigue total confianza de los capos de la mafia y termina siendo la mano derecha del líder sindical James Hoffa, una historia que abarca casi cinco décadas. Inspirado en la novela "I Heard You Paint Houses" ("Yo escuché que pintas casas") de Charles Brandt, relata uno de los grandes misterios sin resolver de la historia estadounidense, la desaparición de Hoffa (Al Pacino), en 1975. Scorsese construye un relato sobre la historia de un empleado de clase media, sus sueños, lo que dejó en el camino y lo que construyó, aunque de poco sirva en sus últimos años en una asilo de ancianos.
En cualquier otra película, Frank Sheeran no tendría el papel protagónico ni mucho menos. Sería recordado por su carácter, su manera de hacer el trabajo, pero no tomaría el centro de esta historia. Sin embargo, Scorsese lo elige para esta historia como una manera de repasar su cine y darle todavía más altura, mezclando melancolía, cine de mafiosos y una reflexión sobre la vejez. A modo de repaso, a diferencia de la mayoría de los protagonistas en su filmografía, Sheeran logra hacer un balance de lo que fue su vida, un desenlace más parecido a “Érase una vez en América” que a la propia “Buenos Muchachos”.
En la primera parte, el protagonista consigue meterse en la mafia como facilitador de algunos manjares, para luego acceder y ubicarse bajo el ala protectora de Russell, interpretado con maestría por Joe Pesci. “Escuché que pintas casas”, le dicen cuando lo llaman haciendo alusión a su trabajo extra como asesino y cómo la sangre podría ensuciar las paredes de los domicilios que debe visitar. Esa frase le da nombre al libro. La construcción del personaje va por épocas: cuando se conoce con Russell, cuando logra entrar como mano derecha de Jimmy Hoffa y, por último, como nexo en el conflicto de Hoffa con la mafia. La figura perfecta para relatar los dos lados del desacuerdo, algo que pondrá en duda sus lealtades para un lado y el otro.
Con los recursos visuales y narrativos que son una marca registrada de Scorsese, El Irlandés consigue convertirse en una de las mejores películas del realizador, gracias a las inmensas actuaciones de sus protagonistas. Jamás había dirigido antes a Al Pacino; y Pesci se había retirado de la actuación hace varios años (incluso se negó en la primera invitación, pero finalmente se llevó la mejor interpretación de la película).
No solo es una película de mafiosos, también es una historia sobre la familia y la política. En los personajes de Sheeran como Hoffa, Scorsese se mete con los acontecimientos políticos más importantes de la época, desde la invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba, el asesinato de Kennedy, los problemas de Robert Kennedy con la mafia; y otros como el impacto de la Segunda Guerra Mundial en la clase trabajadora estadounidense. También regala una radiografía detallista sobre cómo se mueve la estructura sindical. Asombra la similitud con la idea de entramado político en Argentina.
Por el lado de la familia, el papel fundamental de la película es el de Anna Paquin, quien interpreta a Peggy, una de las hijas de Frank. No habla en toda la película salvo cuando tiene que romper y cambiar el tono de la historia. Solo ahí emite sonido con el poder necesario para quebrar a su padre. Allí radica el cambio más importante del largometraje, donde los silencios y las miradas cobran el mismo peso que los diálogos entre Al Pacino y De Niro, o Pesci y De Niro.
Más allá de las polémicas por las técnicas de rejuvenecimientos utilizadas para los actores (el proceso fue lo que más encareció a la película), El Irlandés se convirtió en un recorrido por sus carreras, sobre todo si de la relación de Joe Pesci, Robert De Niro y Martin Scorsese se trata. Los tres trabajaron juntos en “Toro Salvaje”, “Buenos Muchachos” y “Casino”, clásicos que los involucra en roles parecidos pero diferentes, donde la mano del director se percibe por lejos. Es también un reconocimiento a la trayectoria (sumados Pacino y Keitel), que están llegando al punto cúlmine de su carrera y donde su curriculum pesa más que su presente y ninguno de los cinco quiere o desea que eso suceda.
Sobre la duración de la película, y a modo de cierre, al superar las tres horas y media de metraje, Scorsese logra construir un mundo en el cual podría sumergirse cualquier consumidor de buen cine el tiempo que sea necesario. Una historia que no desgasta porque se encuentra en movimiento constante: cambios de época, de personajes y conflictos, y la musicalización rockera del viejo Marty que se mantiene impecable.
Sin embargo, al llegar a la plataforma de la N, la reproducción del film en los televisores, por más grandes que sea, no garantiza una experiencia full a menos que se tomen los recaudos necesarios. Consejo: déjense atrapar por la historia, por el relato y por la construcción cinematográfico del director vivo más influyente de la historia del cine y sus actores preferidos. Una experiencia de las que ya no se van a conseguir tan fácil. Yo escuché que pinta a mejor película del año.