“Te quiero, sos perfecto, cambiá”: el regreso del teatro presencial a la Avenida Corrientes
Hablamos con una de las protagonistas de la obra, Flor Otero, sobre los desafíos de encarar un nuevo proyecto teatral durante la pandemia.
Después de un año de estar viendo propuestas teatrales y actividades por zoom con la incertidumbre y especulación de productoras, obras, recitales, y cines, el teatro reabrió sus puertas al público. Desde principios de enero se puede revivir la experiencia hermosa de ver una puesta en vivo sobre la calle Corrientes.
Se extrañaba la inmersión de la sala, las risas de la gente y el presenciar una obra con actores de carne y hueso.
Laura Oliva, Flor Otero, Roberto Peloni y Agustín Sullivan tienen un talento inmenso para el musical y se lucen en la obra dirigida por Ricky Pashkus sobre parejas de diferentes generaciones en distintas etapas de la vida.
En conversación con El Canciller, hablamos con Florencia Otero sobre "Te quiero, sos perfecto, cambiá", que puede verse los miércoles y jueves a las 21 horas y los sábados a las 20 horas en el Teatro Astral (sacando las entradas en boletería o por Plateanet). Es necesario firmar una declaración jurada que se entrega en la entrada del establecimiento.
Primero se empezaron a aprobar los protocolos para regresar. A medida que se iban testeando distintas cosas íbamos armando proyectos en base a lo que teníamos en la cabeza o a lo que se nos presentaba. Tuvimos que esperar para poder hacer una obra que pudiera convivir sin burbuja y que tuviera una producción detrás que pudiera bancar todo el tema de los hisopados y demás.
En los ensayos se hizo una primera reunión por zoom. Después empezaron a ser presenciales y en quince ensayos se montó la obra para poder hacerla rápidamente. No queríamos extenderlo demasiado para evitar contagios y ese tipo de cuestiones.
Después de meses de streaming, obras y ensayos por zoom, la primera función fue increíble. Antes de entrar en el escenario la gente empezó a aplaudir un minuto entero. Estaba ansiosa, nerviosa y casi temblando porque lo cierto es que uno va concentrado a hacer su trabajo y termina obviando que pueden pasar estas cosas. La verdad es que fue hermoso y lo sigue siendo hasta el día de hoy.
Te quiero, sos perfecto, cambiá se trata sobre vínculos. Está escrita en un momento en donde la heteronormativa mandaba (se escribió en los ´90) pero ya en ese momento se criticaban este tipo de vínculos o empezaban a ponerse sobre la mesa.
La obra no habla sobre si algo está bien o está mal. Eso lo deja abierto al espectador. No ofrece una ideología impuesta, sino que plantea el conflicto y deja que la persona que lo va a ver pueda elegir su propia aventura.
Todos los cuadros para mí fueron complejos porque el código de comedia es algo que a siempre me pareció un poco más difícil. Cada uno tiene su fuerte. Y nunca sentí que la comedia fuera lo mío. Me gusta laburar la verdad desde el drama. La verdad de la comedia me cuesta bastante. Llegar al gag sin forzar fue mi mayor desafío en toda la obra.
Los cuadros que más disfruto son los grupales. Peloni y Laura son una cosa de locos y uno está siempre aprendiendo de ellos en escena. Los miro, los disfruto y los festejo.
No sé si es porque soy la chica drama o así lo siento, pero hay un número en donde se muestra el paso del tiempo después de ver crecer a tus hijos y eso nos invita a preguntarnos sobre si existe el amor para siempre. ¿Es verdad que el amor es solo una construcción social? ¿O de pronto uno puede sentirlo y pensar que todo es eterno? Me he preguntado eso y no hace mucho, pero hasta el día de hoy me sigo sintiendo de la misma manera.