Para ganarse el título de “maestro” hay que cumplir con ciertos requisitos difíciles de definir. Llenar los kioscos de revistas y, décadas más tarde, el feed de las redes sociales con la misma vigencia podría considerarse uno. Eso fue lo que pasó tras el fallecimiento de Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, hace un año. Con su muerte, entró definitivamente al salón de los argentinos eternos, donde incluso en vida ya tenía un lugar asegurado; un espacio dónde solo tienen acceso figuras como Maradona, Fangio, Spinetta o Borges.

Se trata de exponentes que destacaron en los suyo pero que además compartieron una característica en común: la ovación de todo el espectro político. Porque con los ídolos pasa eso, no importa lo que piensen o digan, su obra trasciende lo partidario. Quino falleció a sus 88 años y dejó una estela de fascinación y admiración en su camino. Por eso, su último día recibió la gratitud de todos los referentes de la política.

Desde el presidente Alberto Fernández hasta el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, pasando por Elisa Carrió, Axel Kicillof, María Eugenia Vidal, Martín Lousteau y su coterráneo Alfredo Cornejo, todos recordaron al dibujante y lamentaron su partida el 30 de septiembre de 2020.

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner también lo hizo: publicó en Twitter un video del acto de inauguración del Centro Cultural Le Parc, ubicado en Mendoza, durante 2012 –cuando se desempeñaba como jefa de Estado–, en donde participó Quino. “Mafalda iluminó a toda una generación y decía las cosas que no se podían decir en épocas en donde la palabra estaba prohibida. Usted es uno de los ocupa la galería de ídolos populares”, le dijo al artista, a quien le deseó un “Hasta siempre, maestro” en sus redes sociales.

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Al otro lado de la grieta, el exmandatario Mauricio Macri también despidió al “genio mendocino del dibujo que impactó a tantas generaciones con su arte y su profundidad para interpretar las cosas”.

Quino se pensaba y se decía socialista. Sus padres también lo eran y su abuela era comunista, en su casa la política era un tópico constante. Lo obsesionaba “la relación entre los débiles y los poderosos”. Y así como el conjunto de gente que lo admiró fue siempre heterogéneo, las interpretaciones de su obra también lo fueron. A veces, a pesar del disgusto del historietista.

Ninguna compañía logró utilizar las imágenes de sus personajes para ningún tipo de publicidad. A su vez, muchos candidatos de distintos espacios políticos intentaron utilizar a Mafalda para su propaganda electoral.

En 1985, el hijo de inmigrantes andaluces pasaba por España cuando le advirtieron que en algunas zonas de Madrid se estaban vendiendo pegatinas de la protagonista de sus historietas y de Snoopy con banderas y símbolos fascistas del franquismo. Incluso dentro del Ministerio de Cultura de ese país se vendían calcomanías de Guille con una bandera española con el escudo del régimen anterior. Al enterarse, el dibujante manifestó su repudio y dijo sentirse “profundamente molesto”, al tiempo que aclaró que sus personajes eran demócratas y antifascistas.

El último y muy recordado episodio tuvo lugar en medio de la discusión por la legalización del aborto legal, seguro y gratuito en Argentina durante 2018. La imagen de Mafalda con un pañuelo celeste, de la campaña “Salvemos las dos vidas”, se viralizó en las redes junto a una supuesta declaración que el autor no había hecho. Entonces, Quino aclaró: “No la he autorizado, no refleja mi posición y solicito sea removida. Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y los de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”.