La venia de Francisco que anuncia el clan Moyano, desmiente la Iglesia y siembra dudas en Macri
La misa en la basílica de Luján que encabezó el sindicalista Hugo Moyano dejó entrever un nuevo quiebre entre el Gobierno y la Iglesia Católica y, puntualmente, entre Mauricio Macri y el papa Francisco. Aunque es una cuerda que nunca dejó de estar tensa, el apoyo de la casta eclesiástica a la cúpula sindical que el oficialismo acusa de golpista señala que la relación está peor que nunca.
Si bien el plan económico de Macri nunca sedujo a la autoridad máxima del Vaticano, Bergoglio nunca utilizó su propia voz para transmitir un mensaje de rechazo al Gobierno argentino, aunque jamás pisó su tierra natal desde que llegó a lo más alto de la Iglesia a pesar de sobrevolado el país y aterrizado en tierras limítrofes.
Pablo Moyano, hijo del máximo sindicalista y apuntado por un fiscal por ser jefe de una asociación ilícita en el Club Independiente, sostuvo que contaron con el aval del Papa para la realizar la masiva misa. Julián Domínguez, dirigente peronista y ex precandidato a gobernador bonaerense, lo desmintió y aseguró que el Sumo Pontífice no sabía nada.
El obispo de Luján, Agustín Radrizzani, manifestó que la decisión la tomó directamente él y nunca lo consultó con Francisco. Más allá del apoyo concreto, es evidente que las autoridades argentinas consideraron que el Papa estaba de acuerdo con la misa, ya que de otra manera no lo habrían desautorizado.
El Papa tiene otros problemas en los que fijarse desde el corazón de Roma. Su entidad enfrenta un sinfín de denuncias por abusos y por encubrimiento a dichos abusos y goza, en la actualidad, de una caída de credibilidad sin precedentes.
La Iglesia manifestó en varias ocasiones sus reclamos contra la política económica del Gobierno. Incluso Rodrigo Zarazaga, monseñor, doctor en Ciencia Política y director del CIAS -una entidad de formación política con raigambre católica- asegura que la apuesta por la polarización es negativa para el país, rechazando la doctrina de Jaime Durán Barba y Marcos Peña para ganar elecciones.
En los últimos días, otros tres miembros de la casta eclesiástica, dos de ellos cercanos a Francisco, criticaron la economía de Cambiemos. También hubo reclamos a las decisiones de la Justicia de investigar a exfuncionarios kirchneristas y líderes sindicales y ahora llegaron las muestras de afinidad con estas filas.
Aunque no está claro cómo se desenvolverá el conflicto y es casi seguro que Francisco responda como suele hacerlo cada vez que se lo menciona en Argentina, es decir, a través del silencio, a algunos ministros cercanos al Papa les molesta su decisión de apoyar implícitamente a la banda opositora.