La aparición de CFK en el encuentro de mujeres de Tucumán -acompañada por Beatriz Rojkés- es la primera muestra de lo que se viene en la nueva composición del Senado. No alcanza con las declaraciones grandilocuentes de Pichetto para pensar en aislar al kirchnerismo en un bloque minoritario que desconocería de hecho la voluntad de los votantes de la provincia de Buenos Aires que en rigor son los del peronismo, más allá de su versión ciudadana temporaria. Las tensiones con el juego de los gobernadores (adictos por necesidad a los fondos de Cambiemos) va a ser mucho más compleja que una intriga palaciega o una discusión de odios.

En ese mismo tono se encuentra la discusión sobre la conducción del PJ bonaerense con una insólita novedad donde todos se tiran a La Cámpora como mancha venenosa para intentar quedarse con la "cáscara vacía" del partido y ser los que lleven adelante la refundación del peronismo conurbano.

En el medio de la desorientación general del peronismo, gran parte de Unidad Ciudadana se congregó en el penal de Ezeiza para celebrar el día de la militancia, en una foto que ni el más macrista pudo soñar. Cabe preguntarse además por qué esos mismos (muchos diputados) no se hicieron presentes por la vereda de De Vido.

La discusión de facciones que se avecina es parte del proceso natural que sobreviene a la derrota y parece que el camino elegido será el más difícil. Repitiendo uno de los gravísimos errores de 2015, se viene un nuevo escenario de arrojarse traiciones y odios por la cabeza que rara vez enamoran al electorado, solo lo espantan sin remedio.

Si algo parece indicar todo esto es que la falta de dirección política y un rol opositor que pivotea entre colaboracionista y resistente. Ninguna de esas variantes convoca mayorías y de no suceder algo relevante se seguirá diluyendo el capital político (ya escaso) de todos los sectores.

En el afán de imitar al rival hasta la propia Cristina reproduce citas que supieron ser pre 2009 como aprobar leyes entre gallos y medianoche. No solo se ha perdido la brújula propia, sino que se repite una agenda que ya cumplió su ciclo y que mantiene al peronismo donde está, atrasado en la discusión pública, fuera de eje y sin interpretar a nadie.

En la medida en que lo que sucede con ANSES pase de largo junto al paquete de leyes reformistas, Cambiemos llegará a 2018 no solo cómodo por la victoria electoral sino con una certeza: sus rivales juegan para ellos.