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El sábado por la noche en el programa de Mirtha Legrand, mientras Natacha Jaitt disparaba sin pruebas contra políticos, periodistas y figuras del espectáculo acusándolos de formar parte de la "red de pedofilia más grande del país”, un llamativo personaje observaba la puesta en escena desde detrás de cámaras: Ana María Polero. La mujer que -en teoría- asistió como "coach de moda” de la mediática, fue agente de inteligencia de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante tres meses, según fuentes oficiales. Como novedad, en su perfil de Twitter apareció un costado controvertido: dijo en su momento que Ángeles Rawson, la joven asesinada el 2013, mantenía relaciones sexuales por dinero con Jorge Mangeri, el portero del edificio al que la Justicia condenó a cadena perpetua por abuso sexual y homicidio agravado.

En el perfil @PoleroAna (que ahora volvió a ser privado), teorizó sobre el asesinato de Ángeles, uno de los crímenes que conmocionaron la opinión pública. Mientras en ese momento se especulaba y ponía bajo la lupa el vínculo de la familia con la adolescente, Polero escribió: "(Ángeles) Mantenía una relación sexual con el portero, por la que cobraba. Ese día, aprovechando que su mujer no estaba, el portero quiso tener un encuentro, Pero Ángeles no tenía ganas”.

Venganzas, traiciones y servicios a cara descubierta

La aparición de Polero despierta suspicacias. Su camino se cruza con dos de los salpicados por Jaitt: salió eyectada de la central de inteligencia cuando el analista político Carlos Pagni publicó en La Nación un artículo incendiario sobre Eduardo Miragaya, el entonces director de Inteligencia sobre Delincuencia Económica y Financiera de la AFI, de quien era muy cercana. También dijo que el ex legislador y titular de La Alameda, Gustavo Vera, tenía los teléfonos pinchados.

Polero, una supuesta periodista y jubilada de 66 años, quedó expuesta por la propia Jaitt cuando la mediática subió una foto a Twitter donde le agradeció por "la amistad de años” y por haberla "coucheado” para el programa. Un dato llamativo: compartió la foto casi dos días después de desatado el escándalo. Entonces, ¿por qué una ex espía decide revelar su rostro frente a un caso de alta exposición pública? ¿No ha sido acaso el mayor capital de los servicios de inteligencia mantener su identidad en las sombras? La estrategia de Polero transita otros carriles.

Tal como contó el periodista Jorge Rial, la esposa de Pagni, María Susana Alló, le pidió hasta último momento a Legrand (con quien tiene una relación de amistad) que reconsiderara la decisión de darle una silla a Jaitt en la mesa. Incluso -contó el conductor de Instrusos- le habrían insistido al propio Pagni para que asista al programa, invitación que declinó terminantemente. Según pudo averiguar elCanciller.com, Alló, es personal de planta permanente del Senado. Fue parte del equipo del radical Ernesto Sanz y actualmente trabaja con la senadora Pamela Verasay, también del radicalismo.

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Según la propia AFI, Polero estuvo tres meses en el organismo, hasta que la misma Silvia "La turca” Majdalani ordenó su salida de la central de espías. "Definitivamente no era una persona para trabajar con nosotros", le explicaron al sitio de TN. Allí dicen realizó "investigaciones”, aunque -aseguran- no intervino teléfonos ni realizó trabajo de campo.

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La "Señora 8” de la AFI tiene una estrechísima relación con Francisco "Paco” Larcher, el jefe de la SIDE durante el kirchnerismo. Un dato: Larcher es tan cercano a Stiuso que cuando tuvo que pedirle la renuncia "prefirió dejar el cargo”, cuenta el propio Pagni en el artículo "Una guerra de espías que desafía al Gobierno”, publicado en septiembre del 2016. Todos los caminos parecen conducir al ex todopoderoso jefe de los espías. 

 La presencia de Polero en el set de La Noche de Mirtha no deja de ser sugestiva. Su vínculo con Miragaya (el "experto en chascos”, según Pagni), también. En una trama donde abundan espías, espiados y denuncias falsas, las historias conspirativas aumentan exponencialmente. Jaitt pretendió desmarcarla al decir que era su "asesora de modas”, pero ya era tarde: su pasado en la AFI ha quedado al descubierto, sin que la espía parezca incomodarse.

 Una de las grandes paradojas de la trama es que la propia Polero queda en la superficie por fuera de los cánones tradicionales: aparece a cara descubierta; no se esconde, accede a sacarse una foto y -autoriza- que se publique mientras el escándalo mediático atraviesa su mayor ebullición. Quizás su exposición sea un mensaje para el propio Pagni.