Fracturas, exabruptos y amenazas: festeja el Gobierno el quiebre de la CGT y pierde fuerza la marcha del 22F
La fractura de la CGT no es una novedad en la historia sindical del país. Pero en este caso el panorama es aún peor: quedó al borde de la fractura justo cuando los gremios intentan fortalecer su lucha contra el Gobierno por las paritarias y las causas judiciales.
Lo que era una crisis con secreto a voces en los últimos días se volvió una pelea pública. Carlos Acuña fue el primero que puso el grito en el cielo y disparó contra su par Héctor Daer: "Faltan al consejo directivo y van a hablar mal de la CGT a la tele. Responden a otros intereses, antes le decían carneros”.
Y la respuesta no tardó en llegar del secretario general de Sanidad: "Perdió el equilibrio. Jamás diría que un miembro del movimiento obrero defiende a los patrones, son agravios gratuitos”.
Frases al viento que marcan una verdadera crisis interna en el triunvirato de la CGT, en el momento menos oportuno del año: la central obrera debe mostrarse "fuerte” ante el Ejecutivo en el marco de una negociación paritaria.
La cosa se puso aún peor cuando Hugo Moyano y Luis Barrionuevo salieron en conjunto a apoyar la medida del 22 de febrero, pero la mayoría de los gremios le quitó rápidamente el apoyo al considerar que el líder camionero tiene solo una premisa: profundizar su guerra con el gobierno para contrarrestar las causas judiciales que afronta.
Quedaron tres alas bien marcadas en el marco de una fractura que inevitable que atraviesa la CGT. Daer de un lado; acuña del otro. Y la figura del presidente de Independiente que buscar tomar el mando de la calle Azopardo y darle una lucha al Gobierno con todo el poder sindical.
Mientras, sin mover un dedo, en la Casa Rosada celebran una interna que lo único que hace es debilitar a la central obrera y evitar la unidad para tener más fuerza de cara a las movilizaciones. Al menos por ahora, la CGT está lejos de lograr una agenda común y por ahora es bien funcional a los intereses del Ejecutivo Nacional.