Feminismo y macrismo
"Sí se puede… hacerle un paro a Macri, se lo hicimos las mujeres". El cantito explota en Plaza de Mayo. Es otro 8 de marzo de lucha, paro y movilización, que dejó atrás las flores y los bombones. Entre las banderas políticas partidarias, hay mujeres que no se encolumnan en ninguna, jóvenes y adultas, entre amigas, con sus hijas o solas.
El cantito estrella tiene dos intenciones. Por un lado, ironiza con el slogan de campaña de Cambiemos y, por el otro, es una mojada de oreja para la CGT, que no le hace paros generales al gobierno. Ahí, en ese preciso momento en Plaza de Mayo, ¿hay mujeres que militan el macrismo? ¿Está bien ser feminista y macrista? ¿Quién tiene el derecho a definir qué requisitos hay que cumplir para ser una “buena feminista”?
¿Por qué las consignas de las marchas, además de ser contra la violencia de género, son contra Macri y sus políticas de ajuste? Y si las feministas que apoyan al Gobierno no se sienten cómodas con ese reclamo, ¿por qué no forman parte de las asambleas previas a las marchas donde se definen las consignas? ¿Hay lugar para ellas? ¿Les interesa hacerse un espacio ahí? ¿Es coherente que estén si todo el resto coincide en que el fracaso del Gobierno afecta particularmente a las mujeres?
¿Está bien ser feminista y macrista? ¿Quién tiene el derecho a definir qué requisitos hay que cumplir para ser una “buena feminista”?
"Que en las manifestaciones haya consignas anti Macri habla de los vestigios de un espacio político [el kirchnerismo] que tuvo como mérito solo levantar banderas y hacer marchas, pero los debates se dan ahora y las leyes salen ahora", se defendió Daniela Nipoti, directora nacional de Desarrollo Universitario del ministerio de Educación.
El feminismo en Argentina puede alardear con algo que la política partidaria en general, no: es heterogéneo, transversal y no tiene líderes. Atraviesa partidos. Lo dejó en claro la lucha en el Congreso por el aborto legal. Para que la ley salga, se unieron las diputadas Romina del Plaá, del Frente de Izquierda, con Silvia Lospennato, del PRO. El kirchnerismo aplaudía a Cambiemos en cada discurso y viceversa. El propio presidente de la Cámara, Emilio Monzó, se sorprendió cuando Agustín Rossi celebró las palabras de Fernando Iglesias.
Pero, ¿hasta dónde se puede militar la ley del aborto seguro y gratuito y a la vez apoyar a un Gobierno que ajusta? ¿Cómo el aborto legal podría ser una realidad sin los recursos económicos para implementarlo?
“¿Cuál sería la contradicción de reclamar por un derecho que se nos niega a las mujeres a lo largo de toda nuestra historia constitucional en la que hubo decenas de formas de organizar el Estado?”, retrucó Lospennato.
“Durante los 12 años de gobierno kirchnerista se avanzó mucho en términos de derechos para las mujeres y, sin embargo, Cristina aún no apoyaba el aborto legal, seguro y gratuito”, recordó di Tullio, dejando en claro que las mujeres de todos los partidos, en mayor o menor intensidad, tienen que dar peleas no solo para afuera, sino también dentro de los lugares donde militan.
Sin embargo, Lospennato entiende que “en momento de dificultades económicas es lógico que se reclame al Gobierno, porque la pobreza está absolutamente feminizada”. Y, en referencia a las consignas anti Macri de las marchas, agregó: “Seguramente expresa la posición mayoritaria de las organizaciones y es legítimo, lo que no quiere decir que las personas que marchen lo compartan en su totalidad”.
“El feminismo y el macrismo no pueden formar parte de una misma identidad política. El feminismo busca una transformación estructural y el macrismo propone una sociedad de privilegios para los pocos que concentran el poder económico”, aseguró Lucila De Ponti, diputada nacional y militante del Movimiento Evita, una de las legisladoras que tejió redes con el oficialismo para que el aborto legal obtuviera media sanción en junio del año pasado.
Por su parte, Victoria Freire, coordinadora del Observatorio de Género y Políticas Públicas y referente de la organización Mala Junta de Patria Grande, sentenció: “Desde el feminismo popular no se puede pensar en un feminismo macrista”. Pero, además, argumentó con hechos: “Hay una responsabilidad en las políticas públicas para combatir la violencia machista y Cambiemos reduce los presupuestos destinados para atender a las víctimas”.
La sororidad no significa que todas las mujeres se lleven bien. Está bien discutir sobre política y pelear por lo que cada cual cree en base a su línea ideológica. La sororidad no le exige a Cristina Fernández de Kirchner que abrace a María Eugenia Vidal, sino que, en caso de que alguna de las dos sufra violencia de género, la otra repudie el hecho. “Nacimos en una sociedad que quiere divididas y peleando: descartar al grupo político del macrismo y aislarlo es replicar lo que hizo el machismo con todas nosotras”, aseguró Maria Estefanía Smole, miembro de la agrupación política La Generación, que apoya al partido gobernante.
El feminismo en Argentina continúa en construcción y la sociedad, en deconstrucción. ¿Se puede ser fan de Maradona y feminista? ¿Se puede escuchar Bersuit y ser feminista? ¿Se puede ser macrista y feminista? Criadas en un mundo machista, las contradicciones forman parte del camino. No hay un manual para ser feministas. Lo que sí hay son más preguntas que respuestas.