Máximo Kirchner decidió que es hora de debatir el aporte extraordinario a las grandes fortunas. No hubo sorpresa: su proyecto, con el que amaga desde abril, no nació para quedar cajoneado en Diputados hasta el año próximo. En la misma cita, este martes por la tarde, se tratará la modificación a la ley del fuego. Otra iniciativa que lleva su sello personal. Se trata de dos temas que convocan a la juventud: uno con la bandera de la redistribución de la riqueza y el otro con la del ambientalismo. Y la fecha no es casual, porque Máximo eligió relanzarlos el día de la militancia peronista, mientras La Cámpora convoca a una caravana de festejo que confluirá con una marcha de Camioneros. El peronismo copará la calle y, de aprobarse los proyectos, el Gobierno se anotaría una victoria. De fracasar, el golpe impactaría en el oficialismo pero sobre todo en Máximo, que se convertiría en el único culpable de haber subestimado la relación de fuerzas con un salto de fe. Un supermartes que dejará ganadores y perdedores en el complejo equilibrio de actores que componen el Frente de Todos.

Si el impuesto a los ricos recibe media sanción, Máximo podrá exponer su primer logro legislativo de peso. Lo hará con un tema que no es defendido con la misma efusividad en todos los sectores del Gobierno y en un contexto complejo que coincide con las negociaciones del Presupuesto, que todos daban por sancionado pero deberá volver a la Cámara baja para convertirse en ley, por un “error administrativo” que demora la medalla de Martín Guzmán para el FMI. Justo en medio de las negociaciones con la misión del Fondo en la Argentina. La jugada, además, se lanzó en un momento de cierto fastidio de Máximo con Alberto Fernández y Axel Kicillof. Un descontento que exhibió cuando rompió la tradición parlamentaria y no defendió aquel presupuesto, enviando dos mensajes en uno. El primero fue para Alberto, porque no le puso el pecho a su ley de leyes. El segundo fue para Axel, porque su discurso hubiera coincidido con el horario en que Sergio Berni lideraba la represión en Guernica.

Aquel desalojo fue un punto de desencuentro que abrió intensos debates adentro del Instituto Patria. Una sutileza entre Máximo y Cristina: ella todavía sostiene a Sergio Berni. Por supuesto, los movimientos en el kirchnerismo no son lineales y tampoco lo son las decisiones de sus actores. Dentro de las complejidades de un espacio en el que generalmente Máximo opera como una extensión de su madre -aunque con el mote de “pragmático”- en el vínculo con la Provincia quedan más expuestas las diferencias porque el diputado tiene sus propias ambiciones. La diferencia de fondo con Kicillof no responde al accionar de algún ministro, sino a una tensión siempre latente respecto al futuro. Máximo trabaja en tierra bonaerense, con un armado diferente al de Kicillof, sabiendo que le corresponden los papeles de la sucesión y que quiere hacer uso de ellos. Hoy apuesta al tiempo, a la construcción paciente, y espera.

En las últimas semanas se volvieron más difusas las sutilezas que también podía haber entre Máximo y Cristina respecto al gobierno de Alberto. Hoy madre e hijo parecen alineados en sus críticas constructivas y el desembarco de Jorge Ferraresi como reemplazo de María Eugenia Bielsa lleva el sello inequívoco de ambos. En un gabinete con funcionarios que no funcionan, Máximo infla el pecho: los suyos no son cuestionados. Sabe que Fernanda Raverta, Luana Volnovich y Wado de Pedro están bien contemplados, cuando hasta las vacas sagradas del Presidente comienzan a ser puestas en discusión.

Hay un nuevo debate que asoma en la política y las miradas deberían posarse en qué actitud tomará Máximo. Los intendentes del peronismo bonaerense ensayan una tramoya para esquivar la ley que puso fin a las reelecciones indefinidas y poder retener sus distritos un mandato más. El argumento será que no puede ser retroactiva: se sancionó en 2016 pero debería haber empezado a correr en la elección de 2019, lo que los dejaría habilitados para volver a competir en 2023. La estrategia de la re-re, una jugada con la que fracasó Menem, tendría el aval de Alberto y podría terminar ganándose la aceptación -menos entusiasta- de Kicillof, aunque luego debería quedar firme por vía judicial. Dentro del oficialismo el mayor ruido lo hará Sergio Massa, uno de los impulsores de la ley, que seguro no estará dispuesto a aceptar reinterpretaciones. La mayor incógnita será la postura que adopte Máximo, quien desde hace años busca apuntalar referentes propios en todos los municipios del Conurbano para jugar en 2023.

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A juzgar por su construcción personal, el diputado debería oponerse a la iniciativa, aunque los primeros indicios señalan lo contrario. Es que el hijo de la vice trabó una buena alianza con todos los intendentes del PJ y hoy se apoya en ellos para extender su poder territorial. “Serían solamente cuatro años, lo cual le permite consolidar más y mejores referencias distritales”, se atajó un jefe comunal de diálogo frecuente con Máximo ante esta disyuntiva. Fue sugestiva la opinión de la camporista Mayra Mendoza, que pateó el debate al decir que la reelección de los intendentes “no es un tema relevante”. Un anticipo de la actitud que podría adoptar su jefe. Es cierto que La Cámpora quiere que florezcan mil Mayras, pero también lo es que hay quienes preferirán conservar la alianza con los intendentes -abriendo internas en los distritos donde realmente apostarían a ganar- para llegar “mejor preparados” y sin destruir vínculos de cara a 2027. Acaso esta sería la actitud que elija el “Máximo pragmático” y maduro que muchos describen asombrados.

“La clave es cuidar el espacio que tenemos. Se puede tensar pero no romper, porque no hay margen para otra cosa”, se sincera un funcionario de Alberto que responde al Patria. Sabe que por más especulaciones que proliferen sobre un alejamiento preventivo de Cristina, si fracasa el experimento albertista sería un golpe para todos los sectores que componen la coalición, sobre todo para sus miembros fundadores. Por eso, después de las movilizaciones del 17 de octubre por la Lealtad y el 27 de octubre por el décimo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, lo que suceda el martes en las calles se festejará como una nueva muestra de apoyo al Gobierno. Pero lo que ocurra puertas adentro del Congreso será la verdadera prueba de fuego para Máximo: el éxito o el fracaso de sus proyectos podrían convertirse también en un punto de inflexión para su propuesta a futuro.