Tras una semana en la que se enteraron de la mayoría de las jugadas del Ejecutivo por los diarios, los dirigentes radicales recibieron una patada en el piso de Elisa Carrió. Y aunque al comienzo algunos intentaron no darles mayor entidad a las palabras de Lilita, en la cúpula del partido se agotó la paciencia: la acusaron de "alimentar a la oposición", aseguraron que "pretende destruir" la alianza de Gobierno y hasta la chicanearon por sus dichos sobre las propinas.

Fue el propio diputado Atilio Benedetti, receptor de la "humorada" de Carrió en Entre Ríos, el primero en intentar bajarle el tono. "Le sacaría dramatismo a este tema. Todos conocen a Carrió, en una hora de monólogo dice un montón de cosas. Muchas importantes, y otras que están en la anécdota, incluso de broma", minimizó Benedetti entrevistado en el canal América.

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Otros dirigentes del partido, como los diputados Jorge Lacoste y Carlos Fernández, le respondieron a través de las redes. Fernández dijo que Carrió "debe pedir disculpas por sus dichos", pero consideró que fue "un agravio no buscado", que no pretendía ofender y que lo hizo "sin intención". Manteniendo la diplomacia, Lacoste fue menos contemplativo: "Expresiones como estas no contribuyen a la sana convivencia que nos debemos".

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Una de las más duras fue Carla Carrizo, del espacio de Martín Lousteau: "Las mujeres radicales hace 30 años que no servimos empanadas. Desconozco el Radicalismo que tiene en mente y claramente no coincidimos en la República de amigos, sin partidos, que usted defiende. Buen día".

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En el Comité Nacional del partido no se la dejaron pasar, y publicaron un durísimo pronunciamiento contra la líder de la Coalición Cívica. "La frivolidad discursiva alimenta de manera peligrosa a la oposición", advirtieron, y sentenciaron: "Los argentinos necesitan seriedad, no un stand up permanente".

"Le pedimos a Elisa Carrió que se abstenga de continuar con esta serie de declaraciones desafortunadas, que lamentablemente ya se hay vuelto una costumbre suya", agrega el texto, de claro tono sanzista, que además carga contra Benedetti y los otros integrantes del partido que intentaron relativizar las declaraciones: "La respuesta no puede ser 'ya sabemos cómo es Carrió'. La respuesta es respetar, de una buena vez, a los socios de la coalición de gobierno que ella pretende destruir".

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"Que nos diga Carrió, realmente cuánto aporta hoy a Cambiemos y a las políticas del Gobierno Nacional", reclama el partido sobre el final del comunicado, que cierra con una chicana sobre otros dichos polémicos recientes de Lilita: "Seguramente sea menos que las propinas que deja".

En el radicalismo preocupa la creciente tendencia de Macri a ignorarlos, a contramano de lo que manifiesta públicamente. Según el portal Letra P, los principales dirigentes radicales se enteraron por los medios de los últimos movimientos en el Ejecutivo, incluso de las negociaciones con el peronismo.

El anunciado regreso de Ernesto Sanz a la "mesa chica" de Macri, hace un mes y medio, quedó en lo que fue: un anuncio y una foto. No mucho más.

A pesar de su ascenso, tanto dentro del partido como en la consideración del presidente, el mendocino Alfredo Cornejo tampoco logra la confianza necesaria. Todavía está pagando haber sido el artífice del cruce por el tarifazo, uno de los pocos enfrentamientos públicos entre el radicalismo y la Rosada.

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Con este escenario, podría complicarse la estrategia electoral de Cambiemos en 2019. La puerta la abrió el fin de semana el histórico dirigente Federico Storani, uno de los principales defensores de la alianza con Macri en 2015.

"Existen diferencias de fondo entre la UCR y el PRO que no sé cuánto más puedan sostenerse", advirtió en Futurock. Además, insistió en que "no existe un gobierno real de coalición" y se limitó a decir que lo de 2015 fue solo fue "un acuerdo de tipo electoral".

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