Arancel a los metales: busca Macri la bendición de Trump para ostentar "la vuelta al mundo”
La misión del secretario de Comercio -Miguel Braun- trasciende por mucho lo económico. Es cierto, las empresas como Aluar y Techint confían en el Gobierno para que la Argentina se sume a la lista de excepciones a los aranceles para el acero y el aluminio, pero el presidente Mauricio Macri sabe que la importancia de lograr su objetivo excede a los balances de la empresas de los hermanos Rocca y el millonario Madanes.
La llamada a larga distancia de los us$750 millones que Macri le hizo a su par estadounidense, Donald Trump, -quien sólo le respondió con un seco “we’ll see” (veremos)- escondía la obsesión del mandatario argentino por conseguir “un favor gratis” de Trump: algo muy cotizado en el mundo.
El multimillonario de la Casa Blanca no suele regalar nada y, por el contrario, todo lo que da, está cargado de costo simbólico. Aferrado al proteccionismo y al abrazo de aquel cinturón industrial que lo sentó en la silla más importante del mundo, Trump no tiene interés en negociar de igual a igual con casi nadie y, conociendo los músculos del país que Gobierna, tampoco cree en los tratos justos.
Argentina tiene argumentos de sobra para pedir quedar afuera del nuevo arancel -que fue creado para limitar a China-: las importaciones estadounidenses de acero argentino sólo representan el 0,6% y las de aluminio apenas más que el 2%. La balanza comercial también favorece a Trump: el comercio bilateral deja a Macri un saldo negativo de us$3.000, pero el presidente de EE. UU. no mira estas cifras. ¿Por qué? “Porque puedo”, diría.
Por eso, si Miguel Braun vuelve de su viaje por el norte del continente con un documento firmado que diga que Argentina no pagará aranceles para importar acero y aluminio, la celebración será doble. Primero, dos de las empresas -y los grupos económicos- más importantes del país le deberán un favor enorme. Segundo, Macri podrá ostentar su relación con el hombre más importante de la Tierra bajo el paraguas de “volver al mundo”, eje de su mandato. Si sucede, el Presidente conseguirá aquel trato diferencial que ni Vladimir Putin o Xi Jinping tienen y que, sin dudas, el kirchnerismo no hubiese logrado.
"La situación es complicada, pero creo que hay posibilidades de lograr una excepción. Argentina tiene buenos argumentos", aseguró esta tarde el secretario de Comercio desde Washington.
En sus encuentros, Trump suele elogiar a Macri y al país que gobierna -aunque también bromea a sus expensas (“Lemons, lemons, lemons”, dijo entre risas cuando conoció al embajador argentino llamado a destrabar el conflicto con los cítricos)-. Como sucedió con los limones, el estadounidense suele aceptar ayudar al empresario con el que supo competir en el sector privado, pero nunca lo hace al primer intento, sino que muestra su poder antes de tender una mano.