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Sobre el G20 organizado por Argentina, apenas una semana después de un superclásico fallido, que generó dudas sobre la capacidad del país de brindar seguridad a los 20 mandatarios de las potencias más importantes del mundo, Lagarde no escatimó elogios: "Fue un encuentro hermoso, todos tenían temores sobre el encuentro, todos esperaban que fuera un fiasco por varias razones y gracias a la genialidad argentina resultó ser uno de los mejores G20 que he visto. Y yo soy una veterana en G20, he concurrido a ellos por más de 10 años; este ha sido, por lejos, el mejor”.

Menos caótica que Trump en sus maneras, con diálogo continuo con Macri y con tarjeta de viajera frecuente a la Argentina (vino tres veces en el último año), Lagarde reaparece ahora como la aliada estratégica del presidente argentino. La presencia de Jair Bolsonaro en la región llama a Trump a elegir un nuevo preferido para liderar la región, lucha en la que la postura moderada de Macri, sobre todo en la relación bilateral con China, tiene las que perder. En ese marco, el papel de Christine Lagarde volverá a ser protagónico ya que la dama de hierro tampoco sabe qué esperar de Bolsonaro.