La Plaza estaba colmada como todos los 24 de marzo. Lucía Cámpora y su padre hicieron

unos metros y encontraron una esquina desde donde podían comentar las consignas y ver

pasar las columnas. Néstor Kirchner presidente. “El año que viene tenés que venir con una

organización”, le anunció a su hija. Y así celebraron los quince, con un ritual iniciático más

cercano a la polis que a la fiesta de salón. Tres décadas antes y en esa Plaza, el tío abuelo de

Lucía, Héctor Cámpora, motorizó la historia tras la victoria idealista: asumió como Presidente y habilitó el regreso de Perón.

Lucía Cámpora, en el nombre de la orga

La frase del padre de Lucía -Pedro Daniel Cámpora, un abogado laboralista que trabajó junto a Carlos Tomada hasta su muerte en 2018- trascendió el repertorio del mandato. La legisladora porteña del Frente de Todos la recuerda como una señal de tránsito más amplia: la

construcción es necesariamente colectiva. Y se embarcó en ese camino, el del linaje familiar pero también el de la militancia partidaria; el otro, el mismo. Empezó a dar clases en un comedor en la Villa 21-24 y, un año después, llegó a la marcha del 24 detrás de las banderas del Centro de Estudiantes del Nacional de Buenos Aires. Cuando terminó la secundaria e interpelada por su interés por la lingüísitica, se anotó en Letras y mudó su espacio de pertenencia a La Cámpora Filo donde aprendió que cuando te corren por izquierda, lo mejor es poner el cuerpo.

Jeje, responde con cierta sorna Lucía cuando le hacen notar la correspondencia entre su

apellido y la organización. En qué otra agrupación podría militar Lucía Cámpora. Jeje. La

semana pasada, cuando Cristina Kirchner citó su twitt para denunciar el blindaje del que goza

Horacio Rodríguez Larreta durante la pandemia, la legisladora faveó rápido y con orgullo, pero le dio el crédito a la agrupación. Formas de llevar el apellido.

Ni bien notó que el interés por la política desbordaba el amor por las trampas del lenguaje,

abandonó Puán sin mucho drama. Se anotó en Derecho y bajo el ala de Mariano Recalde

empezó a militar en la agrupación Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Imposible dejar de leer. Aira, Padura y la nueva camada de escritoras jóvenes, pero también el entramado de la

sociedad civil que sube como si fuera un humor hasta lo partidario y de ahí, llegado el caso, al

organigrama.

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En medio del ajuste que el macrismo imprimió en la educación, en un clima de protagonismo

estudiantil y feminista y dentro de un armado que incluyó a agrupaciones de izquierda,

independientes y al kirchnerismo, llegó en 2018 a vicepresidenta de la FUBA, la federación más grande de Sudamérica en representación de 300 mil estudiantes. En clave histórica, se sintió heredera del camino que inició Iván Heyn en 2002 cuando en plena crisis neoliberal asumió como presidente de la FUBA. Y hacia adelante, leyó la potencialidad de la unidad: en eso que habían ensayado los estudiantes, y tal vez inspirado en la forma de tejer de los espacios

feministas, estaba la semilla del frente antimacrista que tenía que disputar la política grande.

La frase paterna volvió a funcionar. El año que viene tenés que venir con una organización.

Como parte del Frente de Todos, en representación de la agenda universitaria y con 28 años,

llegó a la Legislatura en 2019.

Crédito: Latfem
Crédito: Latfem

En Perú al 100, forma parte del tridente joven, verde y feminista con las legisladoras Ofelia

Fernández y Maru Bielli; en clave estudiantil convirtieron las bancas en bancos y se sentaron juntas para hacer fuerza. La llegada del distanciamiento social, a Lucía Cámpora, de La

Cámpora, le arruinó la foto pero no el objetivo: llegar con otros.