Como un argentino más, el clima parece venir expresando sus opiniones y emociones sobre lo que pasa en el país. Después de una corrida cambiaria enmarcada por 16 días ininterrumpidos de lluvia que acompañaron las turbulencias de la suba del dólar, con la calma de los mercados ahora se vino el frío del pass through, el desacelere del ritmo de actividad y la tasa elevada. El clima viene explicando la coyuntura mejor que nosotros los economistas; lo cual tampoco revestía un desafío de fuste.

Como venimos advirtiendo en este espacio, ya superada por el momento la presión contra el peso y con un BCRA que muestra control de la situación, lo que dejan las tres semanas de stress cambiario es un dólar 20% más alto (casi 40% si nos contamos desde diciembre), perspectivas de inflación arriba del 25% anual para 2018, un acuerdo en plena cocción con el FMI y a los agentes económicos preparándose para un ajuste más marcado en los próximos meses. Un escenario muy distinto al post elecciones de 2017.

De acuerdo a los últimos datos de actividad publicados ayer por INDEC, ya marzo presentó por segundo mes consecutivo un  indicador de estancamiento de la actividad económica (-0,1% respecto a febrero y 1,4% respecto al mismo mes del año anterior, desacelerando el ritmo de crecimiento fuertemente). Es importante aclarar que estos números aun no reflejan el efecto de la fuerte depreciación del peso y nuevo piso del dólar sobre los precios, ni los efectos de la nueva tasa de interés, como tampoco las implicancias de una plausible desmejora del salario real y los efectos que tengan sobre la actividad los recortes en materia de obra pública. Es decir que, a pesar del frío que empieza a sentirse, el invierno está aún por delante y las perspectivas de crecimiento que se tenían a principios de año se han moderado sensiblemente.

A su vez, amén de la superación de la corrida, el equilibrio entre el control de la situación cambiaria y la actividad económica y la inflación sigue siendo frágil. Las amenazas externas siguen presentes. El 13 de junio la FED puede nuevamente ajustar al alza la tasa de interés de corto plazo en Estados Unidos, lo que volvería a poner presión sobre las monedas de países emergentes. Una semana más tarde, tendrá lugar un nuevo vencimiento de LEBACs. 

En este marco, será fundamental para la autoridad monetaria aplicar el aprendizaje obtenido de las últimas semanas para evitar sobresaltos similares. Para ese momento, a la vez, habrá más claridad sobre los detalles del acuerdo con el FMI.

Entre estas urgencias de corto plazo, resulta complicado calibrar el eje de la discusión de largo alcance. Como señaló Pablo Gerchunoff en la reciente entrevista brindada a Diego Genoud, el gobierno tiende a mostrar que los problemas son de una naturaleza puramente fiscal, cuando la clave está también en el patrón productivo y el déficit crónico de cuenta corriente (que responde a cuestiones fiscales pero también a consumo de privados). Esta calibración de prioridades en el medio de las urgencias, enfrentando la situación de restricción externa con la que convive argentina desde 2011 sería un paso fundamental para evitar que sorpresivos inviernos estallen intempestivos en el romance de cualquier primavera.