Köln Concert: el disco más vendido de la historia

Hace poco más de 43 años, un hombre adolorido y casi sin dormir tocaba un piano en mal estado y fundaba el mito del disco más vendido por un solista de jazz de la historia. También fue el disco más vendido de un pianista.

Keith Jarrett tenía 30 años cuando llegó a Colonia, Alemania, el 24 de enero de 1975, para un concierto pautado en el Opera House de esa ciudad, organizado por la promotora de shows más joven del país, Vera Brandes, que, en ese entonces, tenía 17 años.

Jarrett había pedido un piano específico para ese concierto, el Bosendorfer 290 imperial, pero por un error del staff colocaron en el escenario un modelo más pequeño y que estaba abandonado en el depósito del teatro. Para colmo, los pedales no funcionaban y estaba desafinado.

Köln Concert: el disco más vendido de la historia

Keith llegó al teatro, casi sin dormir y con una faja debido a un problema en su espalda, y empezó a probar el piano. La situación se puso espesa y se negó a tocar. Sin embargo, ya no había tiempo de conseguir el correcto y las 1400 entradas estaban vendidas.

No era la primera vez que el pianista pecaba de divo en su carrera. Llegó al punto de echar a gente de sus conciertos por sacar fotos. Pero esa vez tenía razón y le advirtió a Vera que no iba a tocar. La promotora le rogó que el concierto se hiciera igual y la leyenda cuenta que él le dijo "nunca te olvides, esto lo hago solo por ti".

Lo que vino después fue una muestra de talento descomunal. Jarrett evitó los registros altos y golpeó las teclas para generar un volumen suficiente para esa sala, algo que le dificultaba por las limitaciones del piano erróneo que tenía.

Köln Concert: el disco más vendido de la historia

El concierto fue en gran parte una improvisación sobre dos acordes (Am7 y G) donde Jarrett despliega toda su capacidad para generar distintos climas, regulando la velocidad y la intención de cada melodía. Se puede escuchar por momentos a Keith tararear una melodía que toca inmediatamente después en el piano.

Todo el concierto fue un juego de virtuosismo de un verdadero músico tocado por la varita divina. Como un juego donde se movió cómodamente entre las leyes invisibles de la música, el talento de Jarrett convirtió una serie de contratiempos en uno de los momentos más hermosos de la historia de la música contemporánea.