El fiscal Alberto Nisman fue hallado sin vida el 18 de enero de 2015 en su departamento de las Torres Le Parc, en el barrio porteño de Puerto Madero, solo horas antes de su presentación en el Congreso para dar detalles de la denuncia que le había realizado a Cristina Kirchner y parte de su Gabinete por encubrir a Irán en la causa que investigaba el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), perpetrado el 18 de julio de 1994 y que dejó un saldo de 85 muertos. A una década de su muerte, continúa el misterio sobre lo que sucedió aquel día. 

Nisman fue encontrado a las 22:32 en el baño de su domicilio, con un disparo en su cabeza que partió de un arma que previamente le había facilitado Diego Lagomarsino, un técnico informático que trabajaba para él. Desde entonces comenzó una investigación plagada de irregularidades y teñida de un fuerte carácter político y un sinfín de acusaciones cruzadas. 

La causa pasó por distintos juzgados y fueros, y la hipótesis principal de la Justicia se movió de suicidio a homicidio. Recientemente, la segunda fue ratificada, y el motivo del asesinato se vincularía a la denuncia que inició contra la expresidenta por la firma del Memorándum con Irán, con el objetivo de ocultar a los verdaderos responsables de aquel ataque terrorista, el segundo cometido contra la comunidad judía de Argentina tras el atentado a la embajada de Israel (1992).

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Actualmente, la investigación se centra en comprobar la relación de agentes "inorgánicos" de inteligencia que presuntamente vendían información y por ello desde la fiscalía pidieron por la desclasificación de todos los archivos. A su vez continúa en tela de juicio el rol de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y de uno de sus principales espías en aquel momento, Jaime Stiuso.

Además, en la causa se encuentra imputado Sergio Berni por las múltiples irregularidades en la investigación. El entonces secretario de Seguridad fue apuntado sobre todo por los hechos que sucedieron inmediatamente después del hallazgo del cuerpo, en especial por la falta de justificación de la cantidad de agentes que ingresaron y contaminaron la escena del crimen.

Para su familia más cercana, no obstante las especulaciones de aquel entonces, el fiscal no se suicidó, sino que fue víctima de un crimen. "Alberto Nisman fue asesinado y el suceso tuvo una íntima relación con su trabajo", insistió este sábado su expareja y madre de sus dos hijas, Sandra Arroyo Salgado, en diálogo con Radio Mitre.

Además, en declaraciones a La Nación+, la jueza federal expresó que cuando vio la foto del dormitorio de su exesposo se dio cuenta de que "no había llegado a acostarse aquel sábado por la noche, porque él no abría la cama tal como estaba" en la escena del crimen y contó que también "cambiaron sus contraseñas". "Sabían que para silenciarlo tenían que matarlo", sentenció.

Por otro lado, Iara, la hija mayor del fiscal, sostuvo en la familia "nunca nadie dudó de que fue un asesinato" y aseveró que ya conoce "todo lo que necesita saber" sobre el caso. "Creo que todo lo demás tiene que ver con seguir con el dolor y la angustia, y que gracias a Dios este ejemplo que nos dieron siempre nuestros dos padres de seguir para adelante. Creo que también es lo que nuestro papá hubiese querido", agregó en conversación con Luzu TV.

Junto a su hermana menor, Kala, describió a su padre como un "héroe" y reveló que lo que estaba investigando "hoy se está probando". "Dio su vida por algo que él creía justo o que creía importante. Eso a mí me reconforta mucho", señaló Iara.  

"Ver toda la gente que apoya a nuestro papá y mismo a mamá, que la frenan en todos lados, es lo que a mí me hizo dimensionar lo importante que fue y lo mucho que la gente lo quiere", aportó, por su parte, Kala.