En búsqueda de la integración perdida
Argentina asumió la presidencia del Mercosur para intentar reactivar en los próximos seis meses un bloque paralizado por sus propias internas.
Si bien el trato entre los mandatarios fue de cordialidad (cosa para nada menor en estos tiempos que corren), el documento final expresa una amplitud de temas a tratar y de los que seguramente no alcance el tiempo para resolverlos en este periodo.
En ese marco, vale la pena preguntarse, qué objetivos puede lograr el gobierno de Alberto Fernández en el próximo semestre. En primer lugar, reforzar la idea del Mercosur como política de estado, tal vez de las pocas que existan en el escenario regional.
Con diferencias y tensiones, los cuatro miembros permanentes del bloque eligen preservar el Mercosur como espacio común en el que tienen que definir reglas básicas de convivencia . Si fuera una casa, paralelismo odioso si lo hay, el debate pasa por los tipos de muebles y las prioridades de compra.
El Mercosur del escenario multipolar que aspiraba a una intervención bloque para configurar un política regional autónoma y orden mundial contra hegemónico no existe más, si que es alguna vez existió. Mientras que la zona de libre comercio con la que sueña cierto sector de liberalismo no tiene ninguna posibilidad de prosperar.
Los dos ejes clave
En ese marco, hay que buscar incentivos que entusiasmen a todos. ¿Será la infraestructura como supo proponer Fernando Henrique Cardoso a fines de la década del 90?
Por lo pronto, el bloque debe partir de consensos básicos sobre dos ejes: el comercio intrarregión y la relación con actores externos.
Sobre lo primero, aparecen tres desafíos: la consolidación del comercio de los productos primarios, la diversificación para pasar de un comercio primarizado a otro diversificado basado en nuevos mercados como la economía del conocimiento, servicios y beneficios para los sectores que generan empleo y la políticas para combatir la desigualdad.
El segundo eje debe abordar seriamente la manera en que el bloque y los integrantes del Mercosur se vincularán con el escenario global. Especialmente, los vínculos con la Unión Europea, Estados Unidos y China, los cuales algunos pueden ser orientados desde una perspectiva regional y otros, como China, desde una lógica bilateral, ya que, Paraguay reconoce a Taiwán y no tiene vínculo diplomático con Pekín.
La cuestión ambiental y la participación de Bolivia
Otros aspectos importantes son los temas de consenso para pensar la relación del Mercosur con los debates internacionales vigentes. La idea esgrimida por Alberto Fernández de un "Eco Mercosur" que se ocupe de la problemática ambiental puede ser un ejemplo. Con el apartado de que Bolsonaro es bastante reacio a ese tipo de tópico producto del debate abierto en torno a su falta de cuidados sobre el Amazonas.
De todas formas, como escribió el licenciado en Ciencias Políticas, Emanuel Porcelli, en una buena nota en El Diario: "El Mercosur tiene un déficit al respecto, ya que sólo cuenta con un acuerdo marco de 2003 y es una deuda pendiente desde el conflicto por las pasteras en el Río Uruguay. Aprovechar el escenario latinoamericano promovido el acuerdo de Escazú puede ser una ventana de oportunidad".
Otro objetivo de la presidencia mercosureana de Fernández será concretar el ingreso de Bolivia -que hoy es un Estado asociado- como miembro permanente. Esto tiene de fondo la necesidad de Argentina de contar con un aliado que pueda ser un punto de apoyo en una correlación de fuerzas desfavorable y, como fue en su momento Venezuela, ampliar la capilaridad de recursos de los países del Mercosur.
Con Bolivia hay afinidad política e ideológica pero también una expectativa puesta en el desarrollo conjunto a través de los recursos del litio. Argentina, Bolivia y Chile tienen la mayor reserva del mundo de ese mineral.
Conexión con el mundo
De esta manera, Argentina busca ampliar el bloque y construir un perfil multilateral perdido durante los últimos años de conservadurismo. El Secretario de Políticas Económicas Internacionales de Cancillería, Jorge Neme, lo dijo con claridad en un evento organizado por el Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales.
"Queremos relanzar un Mercosur integrado. Tenemos que incrementar y fortalecer la conexión con el mundo. Debemos avanzar hacia los mercados más cercanos como Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador, pero hay otros mercados que nos están esperando. Tenemos relaciones de cierta fluidez con Estados Unidos, la Unión Europea, China y el Mercosur, pero poca presencia en el sudeste asiático, en África, en el mundo árabe, en Asia Central", afirmó.
Y continuó: "El Mercosur tiene que reorientar su agenda de relacionamiento externo. En vez de priorizar Europa o Estados Unidos, a su entender, el bloque regional se tiene que expandir por Centro América, México, los otros países de Sudamérica que no forman parte del Mercosur, África y los países árabes".
La agenda parece ambiciosa cuando hoy es una victoria haber recuperado la cordialidad y coincidir en que Mercosur, que cumplirá 30 años el año que viene, es el lugar común de todos sus miembros. Por eso, habrá que despojarse de ideologismo, y construir con paciencia y pragmatismo una nueva lógica de relaciones, con menos épica pero que apunte a la eficacia que permite recuperar la integración perdida.