Cómo es por dentro Yad Vashem, el museo del Holocausto que visitó Alberto en Israel
Este jueves, el Presidente y otros líderes mundiales visitarán el museo realizado en honor a las víctimas del Holocausto, en Jerusalén.
Alberto Fernández arribó este miércoles a Israel, para asistir al acto en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Participó de una cena junto al resto de los mandatarios que asistieron, entre los que se destacan Emmanuel Macron (Francia) y Vladimir Putin (Rusia). Pero su agenda tuvo, además, otras actividades.
El jueves visitó el museo Yad Vashem, que recuerda la historia del Holocausto, y estuvo cerrado al público "debido a los procedimientos de seguridad para un evento internacional que tendrá lugar en las instalaciones".
El museo está ubicado en el Bosque de Jerusalén, en una superficie de 4.200 metros cuadrados y en su mayoría bajo tierra, por lo que no hay señal de celular- Según Mijal Fried, guía del lugar, se construyó de forma subterránea "porque te da la sensación de estar en el infierno".
Tardaron diez años para finalizar su construcción y cuenta con exhibiciones modernas en sus distintas salas. Las mismas reconstruyen las experiencias de las víctimas mediante los testimonios de los sobrevivientes, objetos y artículos originales. Por su amplitud, se puede tardar más de dos horas y media en recorrer y conocer bien el museo.
La fachada tiene 180 metros en forma de flecha. "Las salas representan el proceso de la Shoa. Fueron hechas así para mostrar lo complicado y largo que fue el proceso", explica Fried. Al lado está el cementerio y su ubicación fue pensada de antemano como un mensaje sionista.
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Para ingresar a Yad Vashem se cruza un puente, que quienes trabajan ahí definen como "el ingreso a un mundo en donde existen judíos vivos en comunidades, muy anterior al 2020". El puente tiene un cartel en donde se señala el comienzo de "un mundo destruido". A medida que se ingresa los espacios se achican "para sentir como es ser judío en Europa". En cambio, al final que representa la liberación, las salas son más amplias. En el techo hay una frase que sostiene que dicho lugar es la casa de 6.000.000 de judíos en toda Europa y en Polonia de 3.000.000.
También pasan videos auténticos de judíos víctimas de la Shoa. No empieza con Auswichtz, ya que "comienza en la vida anterior: se muestra cómo eran, dónde vivían, a qué se dedicaban, porque antes de hablar de la muerte tenes que hablar de la vida", cuenta Fried.
La primera sala es sobre la ideología y propaganda del régimen nazi. El lugar está enfocado en la mirada de Hitler y sus secuaces. Se muestra la transformación de Alemania "de un país avanzado a ser un país que comete atrocidades". También hablan de los judíos alemanes. Y del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. "La ocupación de Polonia es muy importante porque no mostramos solo como trataron los nazis a los judíos sino también a los polacos. Y en algunas partes a los homosexuales y a los gitanos atacados", manifiesta Fried. Aunque aclara que como el museo es sobre los judíos se habla de ellos en "el 90% de los casos".
Además, hay una sala que relata la situación en los distintos guetos, desde la década del 40. Pese a que muchos judíos no iban a los guetos, sino directamente a los campamentos. La galería contigua es el lugar más bajo del museo. Allí hablan sobre exterminar a los judíos. En el verano de 1941 empieza la matanza con disparos. Hasta que los nazis deciden utilizar las cámaras de gas.
Casi al final del recorrido está Auswichtz, hasta que se ingresa a la galería de la liberación. Desde ese momento, "los judíos son libres pese a estar destruidos mentalmente", explica la guía. Luego hay una sala para tomarse fotos y otra con una exhibición más artística y menos histórica. En ese lugar, pasan música, la gente se puede sentar y está oscura. Tiene una pared con palabras de sobrevivientes y testigos "para demostrar que una persona sigue siéndolo, pese a sufrir".
También hay una zona de los niños, que es un monumento que no fue construido por Israel sino por una pareja sobreviviente. El matrimonio emigró a Estados Unidos luego de perder a su único hijo. Allí aparecen fotos de niños y al final, velas. En el camino mencionan los nombres de las víctimas y sus edades en hebreo, inglés e irish.