En medio de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, el Gobierno argentino aguarda expectante por una definición entre Fernando Haddad y Jair Bolsonaro que se concretará recién en el ballotage del 28 de octubre.

Por eso, desde el Ejecutivo avanzaron en las últimas semanas en las tareas de investigación y se reunieron con parte del equipo del ultraderechista para interiorizarse en algunas de sus políticas, pero esencialmente en las de comercio exterior, un punto clave de cara a la recuperación obligatoria en 2019.

Realizado en la Embajada Argentina ubicada en Brasilia, y en secreto según consignó Mariano Beldyk en Perfil, el encuentro tranquilizó a los argentinos, que no detectaron en el bloque de Bolsonaro intención alguna de replicar el Brexit en el Mercosur ni de romper el vínculo comercial bilateral.

Y mientras desde el peronismo, y el kirchnerismo principalmente, aguardan por un triunfo de Haddad que les allane el camino de regreso a la Casa Rosada, el candidato por el Partido de los Trabajadores avanza a paso firme en las encuestas para lograr un triunfo en el ballotage.

Según los últimos sondeos, el sucesor de Lula se acerca a Bolsonaro para la primera vuelta en lo que configuraría un eventual empate técnico a definirse a fines de octubre.

Sin embargo, y pese a poseer una ventaja primaria estirada luego de la puñalada que recibió durante un acto de campaña, el líder ultraderechista posee un techo muy difícil de perforar en el ballotage.

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Con un electorado conservador y harto de las maniobras de corrupción detectadas durante las presidencias de Lula y Dilma Rousseff, Bolsonaro se erigió también como el candidato con mayor imagen negativa.

Algo que se evidenció durante la masiva marcha del #EleNao que, a lo largo y a lo ancho de Brasil, congregó a millones de mujeres que rechazan sus políticas xenófobas, misóginas y retrógradas.

Los otros candidatos

Los otros candidatos a comandar el gigante sudamericano nunca despegaron. El apoyo al centroizquierdista Ciro Gomes, al centroderechista Geraldo Alckmin o a la ecologista Marina Silva se evaporó con el correr de las semanas y la confirmación de que Lula no podría presentarse a las elecciones.

Desde entonces, la ancha avenida del medio que también atravesaba Brasil fue adelgazando y los casi 150 millones de votantes tomaron partido por Haddad o Bolsonaro.

A sus 65 años, Geraldo Alckmin, el preferido por la Casa Rosada, se presentó siempre como un candidato recto, con tintes conservadores y con la única preocupación de sanear las cuentas del Estado.

La falta de carisma, su similitud con el actual presidente Michel Temer (el de peor imagen desde el retorno de la democracia) y su obsesión por despegarse de las actitudes de "showman" que exhibe Bolsonaro, lo alejaron de una población que aguardaba mayor sensibilidad social de su parte.

El fundador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y ex gobernador de San Pablo ya fue protagonista de las elecciones presidenciales en 2006, cuando perdió, por más de 20 millones de votos, el ballotage contra un Lula que arrasó en la que fue su reelección.