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Al imponerse con el 46% de los votos frente al 29% de Haddad, Bolsonaro demostró la buena recepción que tienen las campañas contra la inseguridad. Anunciando una política migratoria dura, poca tolerancia con la delincuencia y fuertes críticas al clientelismo, se hizo con los votos de casi la mitad del electorado con la ruptura del sistema como bandera. La existencia de un candidato católico y cercano al Opus Dei, Gerardo de Alckim, quien obtuvo el 5% de los votos, le permite a Bolsonaro estar confiado de que no le costará sumar lo que falta para ganar la presidencia.

Anoche, la encuesta de Datafolha le dio al ultraderechista un 55% de la intención de votos válidos, frente a 45% del candidato del PT. En nueve días, la diferencia se achicó de 18 a 10 puntos. En tanto, Ibope le otorgó al exmilitar una ventaja menor: 54% a 46%. En mayor o menor medida, todos los sondeos lo dan como ganador.

Los comicios brasileños aportar un experimento útil para la Argentina de cara a 2019. El fracaso de la elección de Lula da Silva de elegir un abanderado pone a recalcular al peronismo ante la posibilidad de que Cristina decida no ir y poner a alguien en su lugar. En tanto, dan muestra de cuánto impacta el discurso anti-delito en el electorado y acentúan la crisis de representatividad de los proyectos de centro izquierda en la región.