La crisis que atraviesa el sector industrial, que trabaja a la mitad de su capacidad instalada, también afecta al mejor amigo del presidente, Nicolás Caputo. Mirgor, la empresa que "Nicky" fundó junto al mandatario, inició un proceso interno que podría derivar en suspensiones y reducciones de las jornadas laborales de sus empleados e incluso no descarta despidos, según informó hoy La Nación.

La disconformidad de los accionistas de Mirgor con la política económica del mejor amigo de su fundador no es una novedad. A la caída del consumo se sumaron en el último tiempo las retenciones que impuso el Gobierno a las importaciones y, ahora, la caída de la demanda de Brasil. Esa combinación le impide, según argumentó la compañía, mantener los actuales niveles de actividad.

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En diciembre, la empresa le comunicó a la Comisión Nacional de Valores que, por la "compleja situación económica y financiera del país" y la "notoria caída en la demanda" que los obligó a "mantener inventarios mayores a los deseados", había decidido no repartir dividendos. El Cronista, incluso, llegó a asegurar que -según fuentes de Cambiemos- Nicky estaba "muy molesto" con la situación y había dejado de hablar "en profundidad" con su hermano de la vida, como el propio presidente definió. 

En el board de la compañía informaron que se inició un diálogo con la comisión interna para intentar "minimizar el impacto de las suspensiones en los empleados" y remarcaron que los eventuales despidos estarían justificados por altos niveles de ausentismo. La UOM, comandada por el casi siempre oficialista Antonio Caló, entró por las dudas en estado de alerta: Mirgor está radicada en Tierra del Fuego, provincia en la que las industrias firmaron un convenio que estableció una mejora en los salarios, pero habilitó a las empresas a ser "flexibles" a la hora de reducir jornadas o suspender personal.

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Nicolás Caputo, su primo Luis (expresidente del Banco Central) y el CEO de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi.

La familia Caputo controla el 48% de Mirgor (Nicolás tiene en sus manos solo el 12%, pero la controla estratégicamente), mientras que un 25% son acciones públicas y el 23% restante está en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Según La Nación, Caputo decidió en el último tiempo alejarse de las decisiones estratégicas del Gobierno, dejó de formar parte de la mesa chica y dejó de ser el interlocutor entre la Casa Rosada y los industriales, cuya relación transita su peor momento. Está más concentrado en el cargo simbólico que le dio Macri, de cónsul honorario de Singapur.