Más de 5 millones de jubilados y pensionados están bajo la línea de pobreza, según estimaciones de la Defensoría de la Tercera Edad. Ante ese escenario, gran parte de los abuelos debe recibir ayuda de los hijos u otros familiares.    

En medio de la pelea entre el Gobierno y la oposición por el veto a la nueva ley de movilidad jubilatoria, la situación de la franja de la tercera edad es crítica, después de ser uno de los sectores más afectados por la inflación del primer semestre del año.    

Según estimaciones de la Defensoría de la Tercera Edad, la canasta básica de un jubilado rondaría los $800.000 mensuales, mientras que el haber mínimo en agosto de 2024 fue de $225.497. Incluso con el bono de $70.000, que eleva el ingreso a $295.000.

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Eugenio Semino, defensor de la tercera edad, afirmó que 5 millones de jubilados y pensionados se encuentran debajo de la línea de pobreza.

A esta cifra se suman 500.000 personas que cobran la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), que equivale al 80% de la jubilación mínima, y un millón con pensiones no contributivas que perciben solo $220.000 mensuales, lo que agrava aún más su situación.

A su vez, Semino remarcó que la situación económica de los jubilados se ve reflejada en la malnutrición que sufren, dado que entre el 80% y el 90% de los mayores es hipertenso o tiene problemas de colesterol.

A este escenario también le sumó su preocupación por las dificultades que enfrentan para comprar medicamentos y pagar servicios básicos, lo que contribuye a un deterioro general de su calidad de vida.