Con un optimismo infundado, Mauricio Macri atraviesa los peores meses de su mandato con una economía que lo sitúa entre la espada y la pared. Ante la llegada del año electoral, conviven en el país una recesión sin igual que requiere paliativos para el consumo y la industria con un relojeo constante del FMI sobre las cuentas fiscales. Sin más armas que una política monetaria a prueba de crecimiento económico, crece la desconfianza extranjera sobre la Argentina y se abre para el Presidente un camino de cornisa a la vera del estallido social.

Aunque la media sanción a la ley de presupuesto, y la suposición de que de finalmente conseguirá también la aprobación de la Cámara Alta, debía atenuar la balacera de los mercados contra la economía Argentina que no rebota, el riesgo país se mantiene constante en los 700 puntos básicos y la desconfianza internacional sobre el país no cede.

En las aguas del desconcierto, el estallido social, aún lejano, aparece como una amenaza. 2019 queda cada vez más lejos para un Gobierno sin herramientas para paliar la crisis más que el aumento de algunas asignaciones y la escalada de los precios de los alimentos llama a los sectores bajos a enlistarse detrás de banderas políticas de la oposición.

En sólo seis meses, el grueso de los alimentos de la canasta básica trepó por encima del 30%, bastante por encima de los aumentos salariales. Con las harinas en el escalón más alto, que subieron más de 140%, la inflación de los alimentos llama al Gobierno a tomar medidas para paliar los golpes a los sectores más vulnerables.

Al Fondo Monetario también lo preocupa el deterioro de la economía argentina. Se trata de un miedo con dos escenarios. Que llegue el colapso y se vean comprometidos los 57 mil millones de dólares que le prestó a Macri para garantizar el plan financiero; o que la caída de caudal político traiga al poder a un actor que no le garantice el pago, como el kirchnerismo e incluso el massismo.

Aunque la entidad que preside Christine Lagarde prevé que la economía rebotará en el segundo trimestre de 2019, el salto no terminará en crecimiento en el año electoral. Según las expectativas del FMI, el PIB caerá 2,8% en 2018 y 1,7% en 2019. Esas ecuaciones son las que generan miedo a la desestabilización social en el Fondo.

De esta manera, la estrategia económica de Cambiemos choca con la política. Los paladines electorales del partido de Macri, Jaime Durán Barba y Marcos Peña, deberán buscar una reelección para garantizar cuatro años más del fundador del PRO sin pesos para inyectar, listones de obras para cortar, ni inversiones para anunciar. A lo Bolsonaro, la estrategia electoral se centrará en la lucha contra la inseguridad y los avances del narcotráfico. Se resguarda el equipo económico para que Patricia Bullrich se ponga los cortos.