El desafío exportador
Independientemente de quién gane las elecciones, el próximo gobierno tendrá serios límites para poder hacer política económica. A las restricciones de financiamiento, se suma la inercia de una economía real deteriorada, rigideces en el mercado laboral y una pobreza que alcanzará 40% a fin de año. Esto acompañado de un contexto internacional delicado; con el dólar encareciéndose, el comercio mundial desacelerando (y cerca de empezar a decrecer) y conflictos comerciales entre potencias.
¿Qué estrategia seguir? Hoy nos detendremos en la generación genuina de dólares, clave en un marco de crédito cerrado: el desafío exportador.
Incrementar el ingreso de divisas a través de las exportaciones es central como pilar de una estrategia de desarrollo. La estabilización del tipo de cambio y el cumplimiento de nuestras obligaciones externas dependen de una estrategia inteligente de inserción internacional, pero, a la vez, es la llave para el desarrollo pleno de fuerzas productivas, enterrando la falsa dicotomía entre mercado interno y externo.
Según estimaciones del equipo dirigido por el economista Martín Rapetti en CIPPEC, para que la economía crezca al 3% anual hacia 2023 y la balanza comercial se mantenga equilibrada (en nuestro país, dato importante, la sensibilidad de las importaciones al crecimiento es más alta y por ende se necesita mayor esfuerzo exportador para este equilibrio), la Argentina debería exportar USD 25.000 millones extra.
Para que la economía crezca al 3% anual hacia 2023 y la balanza comercial se mantenga equilibrada, la Argentina debería exportar USD 25.000 millones extra.
La pregunta es cómo lograr tal objetivo, teniendo en cuenta desde dónde partimos: el nivel de nuestras exportaciones de origen industrial, por ejemplo, es un 29% inferior a lo que se exportaba en 2011 (año pico). ¿Puede la producción primaria y agroindustrial compensar esto? ¿Es Vaca Muerta la clave? ¿Podemos ganar mercados?
Argentina no puede basar su estrategia exportadora meramente en sus recursos naturales. Ocupamos el puesto 47° en el ranking de capital natural per cápita, detrás de países como Qatar, Noruega, Australia, Chile, Brasil o Estados Unidos. No alcanzan nuestros recursos naturales para desarrollarnos sobre esa matriz. Aquí es donde enterramos otra falsa dicotomía; ya que lo que necesitamos no es solo al sector primario, sino al sector industrial y al de servicios, que fortalece la agregación de valor en los dos anteriores. Una estrategia con mirada integral.
Lo que necesitamos no es solo al sector primario, sino al sector industrial y al de servicios.
El país cuenta con una estructura productiva diversificada que debe aprovecharse. Si el objetivo es, al tiempo de incrementar las exportaciones, aumentar el empleo, no puede obviarse el rol de la industria en la ecuación exportadora. Pero no solo limitarse a ella; los servicios de bioeconomía, turismo y servicios profesionales exportables deben estar en el trazo de este esquema. A mayor diversificación de nuestras exportaciones, mayor capacidad de amortiguar shocks tendrá nuestra economía.
Hay elementos de corto plazo y estrategias de largo. Como señaló esta semana la Unión Industrial Argentina en su Plan Productivo 2020-23, en lo inmediato se necesita dotar de racionalidad a la tributación de las exportaciones; si se mantienen las retenciones a las exportaciones con valor agregado, mejorar las compensaciones y reintegros para recuperar competitividad; desburocratizar y facilitar los procesos aduaneros; trabajar en normativa de calidad y reglamentos técnicos para cerrar la brecha con países desarrollados y, entre otros elementos, coinciden UIA y CIPPEC, institucionalizar los espacios de negociación internacional incluyendo al sector privado, en lo que puede ser una “Agencia Nacional de Desarrollo Exportador”.
La importancia de incrementar el volumen exportador es una obviedad. Nadie está en contra. Pero el cómo insertar en el mundo nuestro valor agregado, bajo qué estrategia y con qué mirada es materia de discusión. Entender la riqueza que nuestra estructura diversa productiva tiene es el foco para dar los pasos correctos. Como señala Martín Rapetti, tendrá que ser “de a puchos” en estos años; pero las condiciones actuales nos obligan a salir a un mundo cada vez más hostil para ganar estabilidad y certidumbre. No es el mejor momento, pero no hay tiempo que perder.