La dudosa diversidad de Cande Tinelli
La relación entre la moda y las celebrities nacionales siempre es un tema de agenda. No hay “hija de famoso” que no se haya animado a explorar el terreno del diseño de indumentaria en miras de construir un camino propio, por fuera de la tarjeta de crédito siempre habilitada de papá o mamá. Desde Giannina Maradona hasta Florencia Torrente, Clara Darín o las hijas de Marcelo Tinelli, diseñar ropa parece un espacio inevitable en donde invertir el capital y dar rienda suelta a la necesidad de crear, tan clásica de “hija de famoso”.
Nunca exenta de polémica y siempre a tiro con la exposición en redes sociales, Candelaria Tinelli, la hija menor del primer matrimonio de Marcelo, es carne de cañón para los medios de comunicación que trabajan el escándalo. Por su adicción a tatuarse, sus declaraciones en Instagram (en donde hace uso y abuso del concepto de “libertad”) o, en este caso, por su marca de ropa, Cande Tinelli suele ser una de las “hijas de” preferidas por la voracidad del trolleo y las revistas del corazón.
Fuente: Infobae.
Su marca de indumentaria, Madness Clothing, lanzó esta semana su nueva campaña verano 2019 bajo una serie de sintagmas como Girl Power, Body Positive, inclusión y libertad de expresión. La idea fue representar el amplio espectro de cuerpos del género femenino, y correrse del estereotipo de chica joven y flaca que suele poblar las campañas de moda.
Lo curioso fue que, a pesar de que Candelaria Tinelli hizo ruido en redes a partir de esta intención, las imágenes de la campaña no eran todo lo inclusivas que uno podría esperar ante tanto agite virtual. Las seguidoras le hicieron saber a la joven diseñadora su descontento por la falsa integración, y comentaron muy enojadas que la marca no hace talles por encima del 30 y que las modelos no eran realmente diversas.
Fuente: Infobae.
No podemos dejar de coincidir con las enfadadas comentaristas. En la campaña se ven jóvenes que no superan los 25 años, delgadas y blancas (excepto una que tiene un pequeño “rollito” en la cintura). Los rasgos “diversos” que pueden observarse se limitan a los colores de pelo, a una joven asiática y otra con un tono de piel más oscuro. La belleza hollywoodense de la chica que exhibe una mano amputada cubierta por una funda, luciendo un etéreo vestido de verano, no deja de parecer forzada. Exponer como diversa una rareza (no hay miles y miles de jóvenes sin brazos como si hay miles y miles de jóvenes que no pesan 48 kilos) no convierte a una marca automáticamente en “inclusiva”. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos con la modelo Winnie Harlow, una bellísima joven con vitiligo que es tapa de revistas y protagonista de campañas gracias a su condición, y no a pesar de ella.
Fuente: Infobae.
Parece que las intenciones de la marca se plasmaron confusamente en una campaña que pretende que todas las jóvenes son flacas, altas y blancas, y que a las chicas que tienen un par de kilos de más o un tono de piel diferente las dejan jugar con ellas porque son buena gente.
Fuente: Infobae.
La moda está atravesando un momento contradictorio con los cuerpos diversos y el tópico de la inclusión. Generalmente, este tipo de campañas se presentan con mensajes forzados con el fin de no perder seguidoras y consumidoras más que para lograr una real representación de lo que significa ser mujer en los medios de comunicación. Las marcas que presentan mujeres que rompen con el estereotipo clásico, lo hacen anunciando con bombos y platillos que están rompiendo el estereotipo clásico. ¿Eso cuenta como inclusión? ¿Vale como representación de todo el abanico de posibilidades de lo femenino? Parece que no, que falta una cuota de naturalidad para trabajar el tema, y que para representar no vale solo la foto de campaña sino también la oferta de talles que confeccione la marca. Parece obvio, pero no lo es.
Fuente: Infobae.