El mariscal Monzó fue el precursor de la (mal llamada) “ala política” de Cambiemos, la cual intentaba reclutar peronistas a su frente para engrosar el gobierno. Producto de esto se fue ganando la desconfianza de sus propios compañeros republicanos y, simétricamente, fue perdiendo terreno en la influencia sobre el presidente.

La figura del presidente de la Cámara Baja fue clave para negociar exitosamente leyes con la oposición. Les permitió pasar casi ¾ de gobierno sin demasiados sobresaltos. De ahora en más, con un Monzó debilitado, la dinámica al interior de diputados es una incógnita. Se especula que la siempre incómoda (pero necesaria) Elisa Carrió o el radical Mario Negri cobren aún más protagonismo.

Mientras acomoda la hamaca paraguaya en su despacho de Matheu 130, un sagaz Barrionuevo trató de seducir al hastiado mariscal cambiemita, augurándole un regreso triunfal al intervenido Partido Justicialista. Recordemos que el PJ ya incorporó a los panelistas de Intratables (Julio Bárbaro y Carlos Campolongo) en puestos claves y ahora se permite soñar con Monzó. No lo sé, Luis. Parece más improbable que Buffon a la ribera.

Se especula que el ex ministro de Asuntos Agrarios de Scioli podría tener como destino la embajada en España, nada mal en términos personales pero una derrota política para el bonaerense que así se retira del esquema de poder. El breve ex presidente Ramón Puerta chocho.

La alianza Cambiemos parece pasar su peor momento: sufre el cortocircuito entre sus halcones y palomas económicas, sus radicales haciendo pucherito por las últimas medidas que después votan, Carrió al borde de la implosión y ahora se suma la retirada del mariscal Monzó.

Dolores de cabeza para Mauricio Macri que ve como baja su imagen mientras la oposición busca erráticamente comerle el hígado. Asoman nubarrones en el futuro de Cambiemos, mientras tanto en Casa Rosada el pronóstico es reservado.