“Un comando venezolano-iraní (con adiestramiento cubano) podría haberse cobrado la vida del fiscal.”

Eduardo van der Kooy / 22 de febrero de 2015

Apenas Santiago Maldonado desapareció durante un operativo ilegal de Gendarmería en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia de Cushamen, el 1 de agosto de 2017, descubrimos que la Argentina estaba amenazada por una guerrilla separatista mapuche de la que nada sabíamos hasta entonces. 

Se trataba de la temible RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), un grupo armado cuyo principal aportante “es una organización inglesa, lo tenemos absolutamente confirmado", como explicó durante una conferencia de prensa la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. 

Siguiendo el paradigma conocido como “nado sincronizado independiente”, nuestros periodistas serios empezaron a denunciar al unísono un peligro que hasta ese momento ignoraban. Jorge Lanata explicó que “existe una guerrilla indígena en el Sur” y a partir de los destrozos que manos anónimas llevaron a cabo en la casa de Chubut de la CABA, concluyó que “un grupo armado opera a metros del Obelisco”.

Varios medios serios publicaron fotos de los temibles arsenales del grupo separatista, generosos en martillos, serruchos oxidados y rollos de alambre.

Sergio Capozzi, candidato a diputado por Cambiemos, afirmó que los integrantes de la famosa guerrilla separatista “han recibido instrucción militar en el exterior, en el IRA (Ejército Republicano Irlandés) o con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Y hay dos kurdos entre ellos”. Un mix de todo.

El 17 de octubre de 2017 fue hallado el cadáver de Maldonado en el río Chubut, cerca del punto en el que se denunció su desaparición. La autopsia concluyó en muerte por “ahogamiento por sumersión en el agua coadyuvado por hipotermia". Todavía ignoramos por qué Maldonado, que no sabía nadar, se arrojó a un río helado. Rechazados por el juez Lleral los pedidos de cambio de carátula a “muerte dudosa” ésta continúa siendo “desaparición forzada”.

El 25 de noviembre de ese mismo año, durante un operativo de Prefectura contra la comunidad indígena Lafken Winkul Mapu, fue abatido de un balazo por la espalda el joven Rafael Nahuel. En una conferencia de prensa que dio junto al ministro de Justicia Germán Garavano, la ineludible ministra Bullrich explicó que los jóvenes apresados y la propia víctima pertenecían a la fantasmagórica RAM y que “tenían armas de grueso calibre". La ministra concluyó con un contundente: “le damos carácter de verdad a la versión de la Prefectura”. Durante un asombroso diálogo con Ernesto Tenembaum, la vicepresidenta Gabriela Michetti, con su elocuencia habitual, apuntaló la misma tesis de legítima defensa de los prefectos: “Hubo un ataque, no tiraron tiros porque sí, ellos mismos estaban ahí tirando. Hay armas (…) lanzas… piedras y también hay armas de fuego”

Las pericias determinaron que Rafael Nahuel no tenía rastros de pólvora en las manos y que los prefectos que entraron al predio dispararon 114 veces utilizando ametralladoras MP5 y pistolas Beretta, del mismo calibre que el proyectil que mató al joven. 

La falsedad de la versión oficial no impidió que el terrorismo mapuche fuera relanzado por nuestros medios serios. Desde Clarín, Natasha Niebieskikwiat nos alertó sobre la “presencia comprobada de otras formaciones como el llamado Colectivo Anarquista Regional La Plata, Comunidad Independentista Catalana y guevaristas y anarquistas de varias fuerzas. También de los históricos Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), ambos de Chile”. No sabemos qué grupo armado genera más temor, si el Colectivo Anarquista Regional La Plata o el MIR, cuyos últimos hechos de armas fueron ganar unas elecciones estudiantiles en Santiago de Chile en 2014 y apoyar en 2017 la candidatura presidencial de Marco Enríquez-Ominami, el terrorista menos pensado. 

Por su lado, y luego de comparar a la RAM con ISIS, Federico Andahazi, uno de los tantos voceros extraoficiales del Gobierno, se preguntó con valentía: “¿Quienes proveen el armamento de guerra a la RAM? Al parecer, en el país imaginario de Andahazi, las guerras se llevan a cabo con serruchos y martillos.

Menos de 10 meses después de haber descubierto la existencia de una guerrilla separatista financiada por el Reino Unido y armada por las FARC, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, IRA, ETA, el guevarismo, los independentistas catalanes, el MIR, el temible Colectivo Anarquista Regional La Plata y dos kurdos, constatamos con alivio y algo de asombro que ese peligro ha desaparecido de los medios e incluso de la agenda del gobierno. 

Nos asombra que Cambiemos no se felicite por haber desmantelado en unos pocos meses a un grupo armado comparable a ISIS. Es un logro extraordinario que en España, Colombia e Irlanda llevó décadas conseguir. Aunque, pensándolo bien, tal vez la omisión pruebe lo que sostienen algunos periodistas antes entusiastas y hoy desencantados: el mayor problema del gobierno es que no comunica bien.