En "1984” George Orwell imaginó la Neolengua, una modificación del idioma cuyo objetivo era condicionar el pensamiento de los miembros del partido dominante. El nuevo idioma eliminaba conceptos juzgados como "peligrosos” y, junto a la reescritura permanente del pasado, era uno de los pilares de la construcción de sentido de la pesadilla del Gran Hermano. 

Las neolenguas actuales son mucho más sutiles que la que imaginó Orwell inspirándose en el régimen nazi y el stalinismo. Cuando, por ejemplo, un medio informa que una mujer asesinada por su pareja simplemente "murió” está usando una forma de neolengua. A fuerza de leer esas descripciones terminamos por considerar a esos crímenes como fatalidades y no como femicidios. Tal vez el mejor ejemplo de ese tipo de manipulación fue la tapa de Clarín que señalaba que "la crisis causó dos nuevas muertes” en referencia al asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán por parte de la policía bonaerense el 26 de junio del 2002

Como los medios, Cambiemos también tiene su neolengua. La podemos percibir en cada entrevista a funcionarios oficialistas, en la que suelen repetir como un mantra conceptos como "trabajo en equipo”, "transparencia”, "diálogo”, "mirar para adelante” o "gente”, el conjunto que reemplazó al "vecinos” de la etapa municipal. La "gente” de Cambiemos se relaciona directamente con sus gobernantes a través del timbreo o incluso de algunos encuentros a los que va "por sus propios medios”, es decir, de forma directa y sin la mediación de sindicatos u otras siniestras organizaciones que la misma neolengua asimila a mafias que deben ser combatidas. 

Pero la neolengua de Cambiemos es sobre todo un lenguaje de campaña. Por supuesto, pasamos del "poder vivir mejor” que repetían los candidatos Mauricio Macri y María Eugenia Vidal en 2015 al constatar que en realidad vivíamos demasiado bien, pero el discurso sigue siendo el de un comentarista de la realidad, no el de un gobernante que la modifica. 

Por ejemplo, el ministro Dujovne promete que la inflación bajará a un dígito en 2020, cuando este gobierno ya no esté. Por su lado, Macri, frente al aumento del desempleo y la caída del salario real, sostiene que "no hubo en la historia un presidente más preocupado que yo por la generación de empleo”, como si las preocupaciones pudieran reemplazar de forma mágica a los resultados. Vidal, por su lado, señaló que gobernar "es como un viaje a Mar del Plata: tan rápido como sea posible para llegar y tan lento como sea necesario”, un aforismo digno de Narosky. 

Si como sostiene Wittgenstein, "los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento”, pareciera que los líderes de Cambiemos no logran pensar desde el poder, sino que persisten en comentar desde la oposición. 

Alguien debería alertarlos de que gobiernan desde hace 3 años el Estado nacional, la provincia más poblada y el distrito más rico del país.