Decía el economista y filósofo Karl Marx que la historia se repite dos veces, una como tragedia y la otra como farsa. La frase se podría aplicar a la ya famosa campaña del miedo utilizada en el año 2015 por Daniel Scioli, en modo Nostradamus, y el kirchnerismo de cara al ballotage contra Mauricio Macri.

En ese entonces, el candidato presidencial del Frente para la Victoria alertó por todos los medios posibles que de ganar la alianza Cambiemos se aplicaría un plan de ajuste sin precedentes.

Entre otras, el paquete de medidas incluía una feroz devaluación, un tarifazo descomunal, el endeudamiento indiscriminado, masivas subas de precios, despidos en el sector público y privado, recorte en las jubilaciones y, nada más ni nada menos, que el regreso del Fondo Monetario Internacional. Una tragedia realmente.

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A diciembre de 2018 la devaluación acumulada es del 280%, según un estudio de la UNDAV. Desde comienzos de 2016 a junio de este año los aumentos en servicios llegarán al 3.624% en la electricidad, al 2.401% en el gas, al 1.118% en los peajes, al 1.025% en el agua corriente, al 601% en el tren y al 494% en el colectivo.

La deuda ya representa el 90% del PBI y la inflación acumulada –que era lo más fácil de resolver, según Macri– es del 188%. El desempleo pasó del 5,9% en 2015 a 9,1% en 2019 y desde la aprobación de la reforma provisional los jubilados perdieron el 17,2% del poder adquisitivo.

Y la frutilla del postre: el FMI tiene su propia oficina dentro del Banco Central de la República Argentina. Viendo los resultados, la campaña del miedo no fue más que el spoiler más grande de toda la historia mundial.

Ahora bien, el macrismo, con el Plan Vidal ya casi descartado y la reconfirmación de un Macri alicaído como candidato, aprovecha la crisis de Venezuela para agitar los fantasmas de una posible chavización argentina en el caso de que Cristina Fernández de Kirchner regrese al poder.

El vaticinio no resiste mucho análisis y solo puede ser sostenido por funcionarios del gobierno actual o por periodistas amigos que intentan agarrar los últimos sobres en la cubierta del Titanic antes de subirse a los botes.

No existe ninguna posibilidad que Argentina pueda llegar a vivir una crisis humanitaria, política, económica y social como la de Venezuela.

Son nulas las posibilidades de que nuestro país tenga un futuro similar al venezolano. Los factores que impedirían que eso suceda son múltiples, pero hay dos diferencias fundamentales: los países difieren totalmente en sus sistemas políticos, es decir en sus actores, instituciones, organizaciones, comportamientos, creencias, normas y valores.

La otra disimilitud está dada por la estructura económica: Venezuela tiene una economía basada en la renta petrolera con muy poca actividad industrial, mientras que Argentina se basa en el agro pero con una fuerte base industrial y un potente mercado interno.

No existe ninguna posibilidad que Argentina pueda llegar a vivir una crisis humanitaria, política, económica y social como la de Venezuela.

Queda en evidencia que la campaña del miedo ejercida por Cambiemos no es más que una farsa. Un acto desesperado para atemorizar a la sociedad con mentiras evidentes y un futuro improbable que nadie puede sostener racionalmente.

Esto pone de manifiesto la falta de respuesta del Gobierno ante la crisis porque solo atina a demonizar a la líder de la oposición y venderse a sí mismos como los "menos peores".

Sabor a poco para el mejor equipo de los últimos 50 años que vino a transformar la Argentina y termina el partido pidiendo la hora, pegándole patadas a los rivales y, quizás, esperando que algún juez amigo saque una roja y regale un penal sobre el final.

¿Le alcanzará al oficialismo con el Plan Venezuela para ganar las elecciones? Lo cierto es que ese mensaje solo está exclusivamente dirigido a su núcleo duro anti kirchnerista rabioso.

Del otro lado, muchos argentinos están más preocupados por las dificultades de los argentinos que de los problemas venezolanos. En definitiva, mirando los indicadores económicos y sociales, la verdadera campaña del miedo, en estas elecciones, es el propio Macri y su gestión.