Hay 2019: ¿hay unidad?
Con miras al 2019 las distintas facciones opositoras buscan armarse para ser una opción viable y derrotar a Macri en las elecciones presidenciales. De momento, la tan reclamada unidad parece difícil de concretarse.
Desde la asunción de Mauricio Macri los diferentes espacios opositores tuvieron estrategias diferentes. El kirchnerismo apeló a rechazar de plano cada iniciativa del oficialismo. Por su parte, la mal llamada oposición responsable, con Miguel Ángel Pichetto a la cabeza, decidió habilitar en el parlamento todas y cada una de la leyes impulsadas por Cambiemos.
La jugada respondía exclusivamente a una teoría que proyectaba que, con el tiempo, la imagen de Cristina Fernández de Kirchner se iría erosionando y, a partir de ahí, podría surgir como una opción viable de poder ante la crisis económica propiciada por el macrismo.
El tiempo no les dio la razón. La ex presidenta armó su propio frente electoral. Ingresó al senado con un tímido bloque que va sumando cada vez más simpatías dentro de la Cámara Alta. Su imagen todavía mantiene altos niveles de aceptación –aunque también un alto rechazo–.
A su vez, Cristina sumó el apoyo del dirigente social Juan Grabois, recuperó el del sindicalista Hugo Moyano y de la gran mayoría de los intendentes peronistas. Nada mal.
En el otro lado de la grieta peronista se encuentran los famosos "cuatro de la foto": Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, el mencionado Pichetto y Juan Schiaretti. Todavía empantanados y cada uno jugando su partida.
Massa decidió en el último tiempo profundizar su perfil opositor para intentar revertir su imagen cercana al macrismo. No obstante, las partidas de varias de sus figuras como Felipe Solá, Daniel Arroyo, Facundo Moyano, Héctor Daer y Fernando Asencio, golpearon de lleno al tigrense.
El gobernador de Salta es quien se encuentra en una peor posición. Es el hombre más apegado al oficialismo, lo que le dificulta encontrar un lugar para ser el candidato del peronismo. Para mal de peores, se encuentra sin posibilidad de ir por una nueva reelección, lo cual pondría en riesgo su poder sobre la provincia salteña.
Miguel Ángel Pichetto, en cambio, lanzó su candidatura presidencial junto a declaraciones que rozan lo políticamente incorrecto. Su imagen no es buena, los macristas no lo quieren por peronista y los peronistas lo miran con recelo por haber sido el alfil del oficialismo para aprobar todas las leyes de ajuste. A su vez, su enfrentamiento con la ex presidenta llegó a un punto irreversible y la fuga de senadores de su bloque lo deja en una posición endeble.
El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, es el que se encuentra más cómodo. Por el momento parece que solo busca blindarse para mantener el poder en la provincia. Misma estrategia que podrían utilizar varios gobernadores peronistas. Desdoblar la elección para no nacionalizarla y cuidar lo propio. Suena lógico.
En este escenario se presenta como improbable la unidad con un solo candidato o una gran PASO entre los espacios peronistas.
Aunque no lo confirmará hasta último momento, desde el círculo más cercano a Cristina es un secreto a viva voz que va a competir por la presidencia. El espacio conducido por la senadora nacional no busca concretar un rejunte de figuras en nombre de la unidad, sino más bien la mayor unidad posible dentro de los que piensan más o menos parecido. Es decir, quedarán afuera aquello quienes dieron luz verde al oficialismo para concretar el ajuste.
Y pese a que a principios de 2015 era impensada una alianza entre Mauricio Macri, Elisa Carrió y la Unión Cívica Radical, Cambiemos se convirtió en una realidad, ganó las elecciones y ahora van por el bicampeonato.
En política todo es posible; y quienes hoy son enemigos acérrimos, en un futuro pueden llegar a ser aliados. ¿Habrá unidad?