Dante Sica, la derrota desarrollista de un Gobierno a la deriva
Ante el nuevo descalabro financiero originado por un mercado internacional que ya no compra el gradualismo socialista del gobierno de Cat, se vuelve a desempolvar la tremenda teoría de que Argentina se despierta solo cuando choca.
Desde el flagelo corporativista de los años '40, el país insiste en tener una estructura estatal disímil, un globo atmosférico lleno de contratos, acomodos y camarillas. Una bola de bowling para hacer jueguito y romperse el dedo gordo del pie.
Argentina carece de ideologías, pero reinventa experiencias truncas, con excepción de la única experiencia exitosa que se recuerde: el primer de gobierno de Menem. Pero al Doctor se lo demoniza. Generalmente lo hace la izquierda, justamente porque fue exitoso y contemporáneo (y consecuente) al hundimiento final del comunismo.
Este Gobierno decidió reinventar la experiencia frondizista, un recorrido pusilánime, pero a pura trompeta y con anuncios rimbombantes.
Este Gobierno decidió reinventar la experiencia frondizista, un recorrido pusilánime, pero a pura trompeta, con anuncios rimbombantes, mimos al Che Guevara, indecisión hacia el rol de los Estados Unidos y ni una obra de infraestructura que se recuerde; aunque ese socialismo criollo y radical se basó supuestamente en hacer "obras".
Estos dos larguísimos años que la mayoría vivimos y analizamos con una esperanza histórica se apaga ante otra reinvención trunca. Se quiso tanto amoldar el país al frondizismo de hace 50 años que incluso se optó por prohibir las tecnologías de hoy como Uber o Amazon. El único éxito fue parecido al único éxito de Frondizi: la política energética.
Y ahora le siguió la decisión de instalar a uno de los más íntimos amigos de Aníbal Fernández, Dante Sica, al mando del Ministerio de Producción. Un peronista fan del '45, del estilo Pignagneli y Barbaro. Un mensajero de los llorones de las cámaras comerciales que algún dia vamos a tener que llamar por lo que son en su mayoria: cajas de sobres y valijas. Repartija. Extorsión y manijeo. Igual que los sindicatos, ambos son perros y gatos encerrados en la misma jaula. Y el desarrollismo de Cat, ante el cepo impositivo actual hacia la inversión extranjera, elevó al Estado a un portavoz de los llorones. Los pescadores de agua de balde.
Ahora le sigió la instalación de Dante Sica, íntimo amigo de Aníbal Fernández y un mensajero de los llorones de las cámaras comerciales.
La inserción de este amigo de Aníbal y el bagaje económico, ideológico, histórico y social que representa, significan una sola cosa (muy triste y lamentable): Cat decidió engrupir a organismos nacionales e indicadoras de riesgo con el fin del gradualismo; le creyeron y le llenaron la billetera. Ahora, Cat, con una falsa astucia, decidió triplicar la apuesta desarrollista creyendo que todo el mundo es boludo menos los argentinos. La viveza criolla antes mencionada.
Pero, amigos, el mercado es impermeable a: amenazas, triquiñuelas, ventas de humo, promesas de farabutes y venta de espejitos. Peines. El mercado va hacia donde haya menos impuestos, pero un país con pocos impuestos necesita gastar poco. Y esa era la ideología de 2018. Por eso hace tres años decidimos que no queríamos vivir ni en el '45 ni en los '70, pero al final Cat desplegó los '60, que en Argentina no es la guitarra de George Harrison, sino Guillermo Francella haciendo de Enrique El Antiguo.