Cuando el micro de Boca todavía estaba en el hotel, y el ambiente en el Monumental era fiesta y nerviosismo a la vez, el clima se interrumpió por aplausos que iban creciendo mientras, desde las distintas plateas, los hinchas de River descubrían que el aplaudido era Rodolfo D’Onofrio. Con su suéter rojo de la suerte, él saludaba como estrella. 

Rodolfo D’Onofrio, el empresario "progre" que pasó de derrotado a ídolo en diez años

"Una votación para el infarto”. Seis votos bastaron para romper la ilusión de D’Onofrio en diciembre de 2009. El empresario, que fue primer mandatario de La Caja de Ahorro y Seguro y La Caja ART, entre otras empresas y consultoras, lideraba las encuestas y se anunciaba como vencedor hasta la medianoche en las elecciones más agitadas que se recuerdan en Núñez. Pero, por seis votos, lo derrotó Daniel Passarella, campeón con River como jugador y técnico, referente de la Selección argentina y, por entonces, ídolo del club.

Con Hugo Santilli (ex presidente del club y padre de Diego, hoy ministro de Seguridad de la Ciudad) como compañero de fórmula, D’Onofrio formó el Frente Con River Toda la Vida y tuvo que conformarse con ser oposición en el peor momento de la historia, con descenso incluido.  

"River vuelve a ser River” fue el lema de la campaña revancha en 2013, mientras parecía que a los socios les bastaba con echar para siempre a Passarella, su vicepresidente Turnes y toda la dirigencia que les hizo hundirse como nunca. El Pato Fillol, el Beto Alonso y Amadeo Carrizo, entre otras estrellas riverplatenses, hicieron campaña para D’Onofrio, escoltado por Matías Patanian y Jorge Brito. 

Con Caselli en la vereda de enfrente y la certeza de no poder soportar otra derrota, parte de la campaña se trató en vincular a su competir con Passarella y Aguilar, mala palabra para los socios. "No te olvidés que nos mandaste a la B”, los cantitos eran ensordecedores en la confitería del club, mientras el vicepresidente Turnes le pasaba el mando del club a D’Onofrio, vitoreado y aplaudido. 

El flamante presidente se encontró con un club hecho pedazos en materia económica y se encargó de denunciar las mil y una desprolijidades del ciclo anterior.  Prometió terminar con la barrabrava, pero al parecer, se distrajo en el camino. Además, se encontró con "el más ganador”, Ramón Díaz como DT, que lo sacó campeón del torneo durante su primer año de gestión y dijo adiós. Los hinchas de River no estaban listos para más desilusiones y llegó Gallardo, entre murmullos y dudas, y se convirtió en ídolo.

Durante la era D’Onofrio, River derrotó a Boca en las tres definiciones que lo enfrentó. Ganó un Torneo Local, una Copa Libertadores, una Sudamericana, dos Recopa Sudamericana, una Suruga Bank, dos Copa Argentina -hoy se juega el pasaje a la final de la edición actual-, una Supercopa argentina y logró el máximo invicto de la historia del club con 32 partidos. 

Además, le abrió la puerta a todos los ex jugadores más queridos, que no volverían ni locos durante la presidencia de Passarella. Cavenaghi, Aimar, Saviola, Lucho González, D’Alessandro y Lux, entre otros.

Aunque la cantidad de títulos y el contraste con los presidentes anteriores, lo hacen a D’Onofrio ser respetado per se, la noche del gas pimienta en 2015 hicieron que el presidente escale aún más en la consideración de los hinchas. Entró corriendo a La Bombonera, como héroe, mientras sus jugadores estaban descompuestos y desató la furia de Arruabarrena, DT de Boca en ese entonces. Su viveza para tomarse el primer vuelo a Paraguay y eliminar a Boca de la Libertadores le dieron el empujoncito que faltaba. Ahora, a los hinchas no les queda otra que confiar más en él que en el Pity Martínez para saber qué pasará en la fatídica definición de la Superfinal.