La sanción de la ley de emergencia tarifaria en el senado fue la última muestra de una oposición reconstruída y un gobierno que deja al descubierto sus falencias. Para Eduardo Van der Kooy, el choque en el Congreso fue una advertencia que deben atender.

Los caminos de Cambiemos y la oposición son diferentes, aunque con un mismo destino: octubre de 2019. Y en la última semana se entrecruzaron. Mientras el oficialismo entiende que sin asegurar la gobernabilidad, de la cual depende del acuerdo con el FMI, nada les garantiza la reelección.

La oposición, en cambio, "olió sangre" y apuesta al camino contrario. Desestabilizar la gobernabilidad les permite pensar en una oportunidad en las próximas presidenciales, aún sin siquiera tener un candidato concreto.

Mientras el oficialismo necesita asegurar la gobernabilidad para pensar en la reelección; la oposición apuesta a desestabilizar la gobernabilidad para al menos pensar en una oportunidad en las próximas presidenciales.

El entrecruzamiento de los caminos es, en parte, un error de planeamiento de la Casa Rosada. Dos errores evitables. Para Van der Kooy, fallaron en haber "descansado demasiado tiempo sólo en la confrontación siempre redituable con la ex presidenta" y "privilegiado una relación radial con los gobernadores peronistas sin recurrir a un acuerdo global que estableciera compromisos más firmes".

Ahora ya es tarde. Cambiemos se sabe debilitado y, al igual que en 2015 con el antikirchnerismo, se comenzaron a detectar pequeños gestos de antimacrismo en un año no electoral para el que se planeaban ajustes tan necesarios como desgastantes y ahora se muestra más cuesta arriba de lo que parecía.

"El Presidente debe lidiar ahora con la pobre y difícil realidad económica, con un peronismo endurecido y la calle agitada. Se conocerá entonces la calidad del género político que guarda", concluye el analista político en su columna de Clarín.