"El que no arriesga, no gana", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la hora de justificar el intento del presidente Mauricio Macri de que la final de la Copa Libertadores entre Boca y River se juegue con público visitante. El presidente arriesgó y perdió.

Hoy, los presidentes de Boca y River, Daniel Angelici y Rodolfo D'Onofrio, confirmaron oficialmente lo que habían adelantado anoche: contra el deseo de Macri, los dos partidos se jugarán sin visitantes. En una conferencia de prensa que brindaron después de reunirse con el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, Angelici y D'Onofrio confirmaron además que los partidos se jugarán el sábado 10 y el sábado 24 de este mes, ambos a las 17.

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"En el encuentro, los presidentes de ambas instituciones coincidieron que, a pesar del atractivo local e internacional que genera el súper clásico argentino con presencia de sus dos parcialidades, dicha medida puede generar inconvenientes para los socios de ambos clubes", señala un comunicado firmado por Angelici y D´Onofrio que distribuyó la AFA.

Macri quedó expuesto por su propia idea. Tanto la Conmebol como los clubes le dieron al presidente un baño de realidad: aunque hubiera sido un buen gesto hacia la comunidad internacional de cara al G20 de fin de mes, el "cambio" que pregona el presidente no es tal. O, al menos, todavía no llegó al fútbol.

Para colmo, el mandatario no solo quedó en evidencia ante la sociedad con otro anuncio fallido, también dañó aun más la relación con Horacio Rodríguez Larreta en medio de la negociación por el Presupuesto. No es un dato menor: el exjefe de Gabinete porteño gobierna el bastión electoral más importante de Cambiemos.