En el ring
Una de las escenas repetidas más lindas de Los Sopranos, la mejor serie de todos los tiempos, es cuando Tony, el jefe de la familia de New Jersey, le pide, en distintas oportunidades a lo largo de las 6 temporadas, a su consiglieri eterno Silvio Dante que le haga el scketch de Al Pacino en El Padrino 3, ese en el que Michael Corleone dice: Just when I thought I was out, they pull me back in. La escena refiere al intento fallido del personaje de Pacino de abandonar el liderazgo de la familia legarle el trono a un sucesor designado. Cualquier parecido con la realidad política argentina es pura coincidencia.
Este jueves, después de la presentación de su segundo libro en Mar del Plata, el expresidente Mauricio Macri dejó de nuevo la duda sobre su futuro. Dijo: “Yo estoy en el ring, voy a estar hasta último momento en el ring” al ser consultado por un periodista, a propósito del spot del presidente de la nación, Alberto Fernández, sobre si consideraba que este lo estaba subiendo al ring.
Esta indefinición sobre el futuro electoral del expresidente Macri produce mucha inquietud en la interna de Juntos por el Cambio y carcome al jefe de gobierno porteño.
Horacio Rodríguez Larreta también tiene creciente preocupación por el frente interno en la Ciudad de Buenos Aires: sucede que el potencial precandidato a sucederlo en el cargo que mejor representa los valores que originalmente mudaron el voto porteño de distintas opciones no peronistas pero históricamente radicales al PRO no es un candidato del PRO, sino Ricardo López Murphy, de Republicanos Unidos.
Esa evocación de una nueva centroderecha moderna y republicana, que luce cercana, en materia de orden público, a la firmeza de Patricia Bullrich, y que rankea mejor que el precandidato de la Libertad Avanza, Ramiro Marra, en lo que se refiere a liberalismo económico más un indudable prestigio, bien ganado, de ser un hombre austero y honesto, la cumple casi a pie juntillas el diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires.
Es discutible cuánto liberalismo en sangre hay en verdad en el electorado porteño, pero lo cierto es que frente al consenso de que la CABA funciona y está bastante bien administrada en general, la demanda de orden en la vía pública asolada por los piquetes y manifestaciones, más seguridad, impuestos más bajos y menos regulaciones parecen, sí, cotizar en alza amén de las etiquetas ideológicas.
Desde ese lugar, no da la impresión de que el médico Fernán Quirós, la ministro de educación Soledad Acuña, el ex intendente de Vicente López Jorge Macri, el senador nacional Martín Lousteau o la potencial candidata María Eugenia Vidal puedan mostrar mayor consistencia en estos valores que el exministro de Defensa y Economía. De hecho, es un trago un tanto amargo, al menos por ahora, para HRL, porque sus dos pollos para la primaria porteña, según distintas encuestas, se muestran como candidaturas que no arrancan. De ahí que Larreta se siga mostrando junto a Lousteau. Por lógica, Rodríguez Larreta no puede quedar pegado a un candidato perdedor para que lo suceda, encima en el distrito que hoy él gobierna.
Al expresidente también le concierne la Ciudad, por una variedad de razones. Tangibles e intangibles. Eso vuelve el tema de la ciudad un tema importante en este año electoral, mucho más que otros años, y mete la definición sobre candidaturas de la capital federal en la negociación entre Macri y Larreta.
Si uno mira la aceleración que de pronto le imprimió a su campaña presidencial Rodríguez Larreta, debería pensar que del encuentro en el Sur no se trajo la tranquilidad de que Macri no va a jugar ni la de que lo vaya a bendecir. El jefe de Gobierno porteño, además de que no juegue Macri, desea (y trabaja para eso fervientemente) ser el elegido por él una vez más. Puede pensar con buenas razones que eso le habilita mayor tranquilidad en su irremediable competencia con Patricia Bullrich.
Patricia va a competir porque ella cree que gana y tiene un plan o una visión de una Argentina posible. Macri desea que ella juegue, a menos que juegue él, porque cubre un espectro ideológico en la coalición de JxC que de otra manera podría migrar fundamentalmente a la cuenta Javier Milei. Por estas mismas razones, al jefe de gobierno porteño también le conviene que Patricia Bullrich participe de la PASO, sobre todo si Ricardo López Murphy despeja ese lugar en la presidencial, si confirma que compite en la Ciudad de Buenos Aires.
Algunos de los más allegados al expresidente sostienen que de verdad está en dudas sobre qué va a hacer. Por supuesto que después están quienes aseguran, y después cambian de parecer con el mismo grado de certidumbre, que el expresidente está decidido a no participar.
Por último, una de las dificultades que tiene la candidatura del expresidente, que estimuló la candidatura de Patricia Bullrich, sería precisamente ahora conseguir que La Piba desista de jugar si finalmente Mauricio se lanza a un Segundo Tiempo. Si el expresidente decidiera participar en la PASO, necesita que Patricia Bullrich desista para que esta no le saque los votos que podrían consagrar ganador de la interna a Rodríguez Larreta. Ya ni Macri puede decidir enteramente sin tener que negociar algo con alguien.
La interna de JxC tiene dimensiones y una presión inédita. Esto es producto de que, como ya se dijo, los ganadores de la PASO en JxC muy factiblemente, a fin del 2023, estén ocupando esos cargos en los respectivos gobiernos, en lo que se refiere a la CABA y la Nación. Quizás en algo tenga razón Carlos Maslatón: la elección más importante es la interna partidaria.
El actor más independizado de esta rosca, y que curiosamente podría representar una porción creciente del electorado porteño, es el diputado nacional Ricardo López Murphy, por las razones ya detalladas y porque efectivamente convoca una nueva corriente de derecha moderada, moderna y votable que según vimos en las elecciones de medio término en 2021 están en alza.
Hace algunas semanas, en una larga y entretenida entrevista, el asesor político ecuatoriano Jaime Durán Barba le dijo al director de Perfil, Jorge Fontevecchia, que Macri había vuelto a lo que había sido en sus inicios. Que ahora no era progresista como lo fue en su primera presidencia. Eso es efectivamente cierto y lo que para el publicista exasesor de Macri es un disvalor, posiblemente signifique un grado de adaptabilidad interesante de la principal coalición, hoy opositora, y que en su amplia oferta electoral, para simplificar, por izquierda y por derecha cubra bien la fuga que en otro caso podrían irse a figuras gravitantes y en crecimiento como las del diputado nacional Javier Milei.