Un acuerdo de Sokovia para Trump
En cada enfrentamiento o acción colectiva para salvar al mundo, los Avengers (equipo de superhéroes de Marvel llevados al cine magistralmente en los últimos 10 años) suelen dejar en su camino vencedor daños colaterales irreversibles; ciudades destruidas, civiles muertos o heridos y un tendal de daños que pueden contabilizarse de diversas formas. El cine no lo muestra pero no es descabellado pensar que esas batallas impliquen también caídas bursátiles en los principales mercados o problemas de abastecimiento o provisión de energía. Atentos a esto, en la ficción de Marvel, tras la destrucción en combate de la ciudad imaginaria de Sokovia en Europa del este, se les hace firmar a estos seres mejorados un acuerdo de responsabilidad sobre el uso de sus poderes y accionar ante conflictos, según designios de la ONU. Las instituciones del desarrollo y la democracia occidental buscan regular lo extraordinario, no sin desencadenar nuevos conflictos. Pero la idea detrás de todo es la de siempre: un gran poder implica una gran responsabilidad.
Donald Trump está lejos de ser un superhéroe. Su temeraria política exterior apuntalada por su distorsionado ego busca retomar el status de un Estados Unidos policía del mundo, interviniendo en conflictos de terceros países allí donde el valor de la democracia o el de compañías estadounidenses se vea amenazado. El bombardeo de Estados Unidos, Francia y Reino Unido en posiciones sirias apoyadas por Rusia llena de incertidumbre una hipótesis de conflicto cuya escalada sería muy dañina. Si bien es muy pronto y sería irresponsable hablar de hipótesis de escala; es prudente reflexionar que la ocurrencia de conflictos de estas características además de causar horrores en el campo de batalla, suelen impactar en la economía internacional. Y la pregunta inevitable que se abre es, para nosotros, que daños colaterales puede sufrir Argentina.
Las posibles respuestas están en analizar canales de transmisión que la concreción de hipótesis de conflicto puede tener. En primer lugar, un encarecimiento de la energía en base al precio del petróleo, lo que puede condicionar la política energética actual mientras las inversiones en renovables aún están en pañales. Por otro lado, un conflicto internacional empuja a la suba las primas de riesgo por incertidumbre, generando que los inversores migren a activos seguros, de bajo riesgo y se encarezca el financiamiento para países como el nuestro. Sin embargo, estos escenarios impulsan al alza el precio de commodities exportables como la soja. Poder hablar con propiedad de un impacto es tener la capacidad para medir el juego de compensaciones.
Si bien todo lo aquí planteado no es más que hipotético, pone en el espejo los riesgos que una apertura veloz al mundo pueden tener en términos de sostenibilidad. Más allá de los problemas autogenerados en la contradicción que los objetivos gradualistas han presentado estos meses (y que ameritan abordarse aparte), nadie puede negar que el frente interno no presenta hoy para el Gobierno problemas mayores en lo político electoral, ni en los grados de libertad para tomar medidas económicas
¿Pero qué pasa cuando los límites se dibujan en el frente externo? Ante necesidades corrientes en dólares, que se encarezca el financiamiento o se vean reducidos los flujos financieros a países emergentes puede ser tan problemático como tener problemas para pagar. Llevar adelante una política de apertura comercial que incluye cerrar con prisa un acuerdo de libre comercio con la UE, siendo que Argentina tiene décadas de atraso en normativas y reglamentos técnicos (herramientas para-arancelarias de las cuales los europeos y estadounidenses son líderes junto con China) van delineando límites externos exigentes. Como reflexiona el politólogo Pablo Touzon; el riesgo de Argentina es haber salido al mundo para darse cuenta que el mundo ya no estaba allí.
Y ante la imposibilidad de que se firmen acuerdos de Sokovia que limiten efectos indeseados, la capacidad de amortiguar posibles shocks externos se plantea como un desafío ineludible para la Argentina de los próximos años.