Los principales problemas de la economía argentina, según los referentes de Massa y Bullrich
En un evento organizado por la Universidad Di Tella, los economistas Daniel Rubinstein y Luciano Laspina coincidieron en la mayor parte de su diagnóstico de cara al próximo gobierno.
El aliado de Sergio Massa y viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y el diputado Luciano Laspina, uno de los referentes de Patricia Bullrich que podría ser el titular del Banco Central si Juntos por el Cambio llega al Gobierno en diciembre, coincidieron en que la situación económica del país es “muy complicada y difícil”.
Cuando faltan menos de dos meses para la elección que definirá el destino de los próximos cuatro años, y en la que Massa y Bullrich compiten como dos de los candidatos con chances de ser gobierno hasta 2027, ambos economistas de espacios contrarios presentaron sus perspectivas en un evento del sector financiero y abordaron varios aspectos críticos para el país, entre ellos el problema de las cuentas públicas, el manejo de la escalada de los precios y el tipo de cambio.
Durante el 25° Workshop en Finanzas y Economía Internacionales que organizó la Universidad Torcuato Di Tella, los economistas coincidieron en la necesidad de terminar con “el cepo”. Ambos estuvieron de acuerdo, también, en que la economía del país “no tiene anclas ni monetarias, ni fiscales ni cambiarias”, en medio de la aceleración inflacionaria posdevaluación a la que la escasez de reservas no contribuye.
“Prefiero el tipo de cambio como el gran ordenador. Lógicamente queda el desafío de unificación cambiaria y liberación del cepo. Es un tema que creo que hay que hacerlo lo más rápidamente posible”, manifestó Rubinstein.
En tanto, Laspina señaló: "Argentina tiene problemas nominales y reales. Los reales son el retraso tarifario y el déficit fiscal, que implica hacer un reacomodamiento de gastos y precios relativos. El problema nominal es el exceso de pesos, dada la demanda actual, que se refleja en una brecha cambiaria arriba del 100%".
Por su parte, Rubinstein resaltó que el gobierno de Néstor Kirchner (2003 a 2007), en el que participó hasta la salida de Roberto Lavagna del Palacio de Hacienda, hubo una "economía macro ordenada" y lamentó: “No había ninguna necesidad de romperla, pero la cuestión fue por distintas razones”.
El viceministro aseguró que “hubo intentos de hacer cosas grandiosas y terminamos bastante mal” y agregó que la realidad que transita el país “es muy incómoda”. Y remarcó que, en el periodo 2002-2005, la Argentina había logrado un “superávit primario del 3% del PIB, ahorro en el país y superávit de cuenta corriente”.
Laspina, en tanto, volvió a hacer hincapié en la situación actual: "El Gobierno tiene un déficit fiscal enorme que está financiando con impuesto inflacionario".
El economista de Juntos por el Cambio criticó, por otra parte, a La Libertad Avanza, el partido que obtuvo el mayor porcentaje de votos en las PASO de la mano de Javier Milei: "Hay una fuerza opositora, que acaba de ganar las elecciones, que quiere matar el peso porque quiere cerrar el Banco Central".
A diferencia de lo propuesto por Milei, Laspina detalló que el “plan de estabilización” propuesto por la fuerza que lidera Bullrich apunta a la importancia de poner topes al gasto y de reformar la carta orgánica del Banco Central, pero no eliminarlo.
En tanto, Rubinstein, que llegó hace un año al equipo económico del Gobierno de la mano de Massa, reconoció que la victoria de Milei en las elecciones PASO llevó a "adelantar una devaluación que ya estaba pactada con el Fondo" Monetario Internacional (FMI), con quien Argentina tiene una deuda -contraída durante el mandato de Mauricio Macri (2015-2019)- que condiciona gran parte de las decisiones en materia económica.
"El lunes (por el 14/8) amanecimos con el blue disparado en un 20%, los bonos cayendo y esto obligó a anticipar una devaluación acordada con el Fondo. Las cosas no salieron", aclaró el viceministro sobre la situación que desmadró el día posterior a las primarias y que llevó a una devaluación del peso del 22% y disparó una espiral inflacionaria sobre una situación económicamente ya delicada por efecto de la escasez de divisas y la falta de capacidad de reacción desde el Estado.