El mercado votó dos veces. Y habría que pensar en impugnarle el voto. El viernes, en base al efecto que dos encuestas (muy erradas) imprimieron en el humor de los mercados, se dio un muy inusual salto de la bolsa y de activos argentinos. Era el voto de confianza del mercado al gobierno, ante un estímulo concreto. Post 47-32, post veda electoral con advertencias presidenciales y del Jefe de Gabinete al filo de lo permitido sobre el impacto de una potencial victoria de Alberto Fernández, el mercado volvió a votar. O a manifestar su descontento respecto a lo que votó la gente, a contramano del mercado. Al cierre de esta nota el dólar mayorista se ubicaba en $55, el promedio de venta al público de la moneda verde estaba en $61 y la tasa de LELIQ en 75%. No vamos a vaticinar dónde se estacionará la corrida en esta columna, pero si analizar cómo abordarla.

Las claves para abordar la economía post PASO se paran en tres pilares: las herramientas con las que cuenta el gobierno para hacer política económica; el liderazgo de los dirigentes oficialistas y opositores y la interpretación del mensaje de las urnas en clave económica.

Herramientas

Tasa, Reservas, Futuros. Estos son los tres elementos de los que dispone el BCRA para contener a los mercados en medio de una crisis cambiaria con base política.

Desde abril el FMI dispuso instrumentos para garantizar paz cambiaria, autorizando uso de reservas para intervenir en la plaza. Si bien el gobierno no ha utilizado esta opción como preferente los últimos meses, la magnitud del salto cambiario puede obligarlo a operar con ella. No obstante, esa bala de plata para frenar una corrida es un arma de doble filo ¿Hasta dónde pueden usarse reservas con el 2020 y sus obligaciones de deuda en el horizonte? Se calcula que de los USD 60.000 MM aproximados de nuestras reservas, limpios de vencimientos cercanos, swap y encajes, quedan solamente un aproximado de USD 25.000 MM netos. Y más allá del nivel de reservas, en una crisis de confianza o temor de los mercados, su utilización podría generar aun mayor desconfianza.

La tasa, a su vez, pierde efecto a pesar de que suba. Se vuelve menos efectiva para sus objetivos cambiarios y monetarios, siendo apenas oportunidad para unos pocos que puedan especular ¿Hasta dónde es efectiva la tasa como promesa para el mercado hoy, tantos meses de plan torniquete después?

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El rol del FMI será central en los próximos días, evaluando las herramientas que necesite el central y dando apoyo para calibrar. En cualquier caso, sentarse a rediscutir metas, términos y condiciones resulta una obviedad.

En este marco, hay que dar por descontado que la corrección del dólar va a tener impacto en la inflación; inflación cuya velocidad crucero se duplicó estos años. Y esto repercutirá en los ingresos reales en el último trimestre del año, en plena época electoral. A su vez, la dificultad para las empresas a la hora de fijar precios en este marco, sumada a la crisis industrial que acumula 14 meses consecutivos de caída, la capacidad ociosa y el alto nivel de tasa que cohíbe el financiamiento jubilan la idea de “piso de la crisis”, tan fogoneada (fallidamente) los últimos meses.

Liderazgo

Si bien sabemos que el mercado es cortoplacista y no regala nada, que la economía quede tan expuesta a los resultados electorales habla de la debilidad y poca consistencia de la política económica. Pero este razonamiento es solo un lado de la ecuación. Porque son, justamente, esa poca consistencia y sus consecuencias en la economía real las causas de la amplia diferencia en la PASO que hoy pone nerviosos a los mercados. Más que una profecía autocumplida, es un circuito cerrado de causas y consecuencias.

Van a ser fundamentales los mensajes tanto de gobierno como de la oposición. Pasada la PASO, lo que importa es el abordaje y la responsabilidad sobre la situación económica concreta. El obligatorio debate presidencial cobra una dimensión notoria, aunque es pensar “demasiado a futuro”. Pero la clave está en interpretar el mensaje de las urnas. La diferencia de 15 puntos no está en las preferencias de los mercados y los shocks que empañan la coyuntura. Esas son las consecuencias. Las causas del 42-37 están en la pauperización que la economía real ha sufrido estos últimos dos años. Si en estos meses hasta octubre y diciembre no atendemos lo urgente con la cabeza en lo importante, todo parche para controlar lo cambiario será fútil. Hay que poner la economía real en el centro. Porque lo importante ya es urgente. Así lo marcaron anoche las urnas.

Estos días de zozobra y estos meses de turbulencia, no serán más que la transición a unos próximos 4 años en lo que, gane quien gane, enfrentaremos una herencia muy pesada en materia de vencimientos de deuda, presiones sobre la cuenta corriente y una economía real signada por una torta que se achica, un mercado laboral empobrecido y con desocupación en aumento y la pobreza escalando. Herencia que se desarrollará en un contexto internacional que no asoma fácil.

Para estos días, para los próximos meses y para los años que se vienen necesitamos enfrentar estos desafíos con la política arriba de la mesa. Diálogo, consenso y grandeza de los dirigentes. Necesitamos dirigentes a la altura, con todo lo que eso implica. No se puede agrietar, ni se pueden soltar quejas sobre lo difícil que es gobernar. No se puede buscar culpables afuera, sentar una base para solucionar problemas. No necesitamos dirigentes horizontales que se muestren como vecinos, sino líderes políticos que nos marquen el camino, con la patria por delante de lo que arroje una elección.