Como se esperaba, la crisis cambiaria que golpeó al Gobierno en mayo -y que llevó al dólar a un valor cercano a los $25- tuvo su repercusión en los precios. El impacto se ve reflejado en el informe del Indec de la Canasta Básica Alimentaria y Total -CBA y CBT, respectivamente-. En tanto, la nueva corrida que se generó en junio amenaza con más números negativos para el Gobierno el mes que viene.

El aumento de la CBA fue de 4,8% respecto a abrir, mientras que, el de la CBT, fue de 3,2%.

La suba de mayo fue la más alta de los últimos 12 meses, lo que ratifica que el proceso de desinflación que se produjo el año pasado está detenido este año. El aumento de la CBA fue de 4,8% respecto a abrir, mientras que, el de la CBT, fue de 3,2%. La escalada del precio de los alimentos básicos también golpeará a futuro a otro indicador fundamental para el Gobierno: la indigencia, mientras que el de la canasta total repercutirá en la pobreza.

De esta manera, es probable que el informe de pobreza pertinente al primer semestre de 2018, que saldrá en la segunda mitad del año, muestre un aumento de la pobreza en niveles similares a la disminución que el presidente Mauricio Macri festejó a comienzos de año, cuando el indicador por el que pidió "que lo juzguen” marcó una pobreza de 26,7%, más que nada gracias al aumento de actividad en las economías regionales y casi sin variaciones en el área metropolitana de Buenos Aires.

En los últimos 12 meses, es decir, de mayo a mayo, la CBA aumentó 24,9% y la CBT, 28,4%.

Teniendo en cuenta los últimos 12 meses, es decir, de mayo a mayo, la CBA aumentó 24,9% y la CBT, 28,4%. Según los valores alimentarios, un adulto de entre 30 y 60 años necesita 2418 para superar la línea de indigencia. En base a estos cálculos, se necesitan cerca de $80 por día para comer en caso de los hombres, mientras que unos $68 en caso de las mujeres.

El informe de junio, que saldrá el 19 del mes próximo, reflejará aumentos similares debido a la nueva escalada del dólar, que roza los $28 y amenaza un nuevo traslado a precios por parte de los comercios de alimentos y los combustibles, dos componentes que inyectan las subas más fuertes a los números inflacionarios.