En internet pasa todo, pero a veces los políticos toman distancia de ello, sobre todo de las redes sociales. Quienes mejor informan a través de ellas suelen ser los sub 40: aquellos que entienden la dinámica de la nueva comunicación.

La realidad es que hoy la clase dirigente necesita llegar a ciertos sectores que les sería difícil con métodos que acostumbraban a utilizar en otras épocas. Facebook, Twitter e Instagram son las herramientas más utilizadas. Para impactar a través de ellas y alcanzar a un público esquivo, los políticos recurren a los jóvenes, con una estrategia comunicacional que suele ser la búsqueda de “influencers” que les ayuden a dar a conocer su imagen y agenda.

Los pasillos del Congreso, de la Casa Rosada y de organismo públicos en general, han sido de cierta forma “rejuvenecidos” gracias a los community manager que van detrás del político con su única herramienta de trabajo: los smartphones.

Los políticos y las redes sociales

Pero, ¿todas las redes sociales sirven para comunicar lo mismo? No. Distintas redes, distintos públicos. Facebook es la más tradicional y fácil de utilizar. A través de ella se llega a un público más adulto: padres de familia, abuelos y sobre todo personas del interior del país. Pero también es cierto que la red de Mark Zuckerberg cayó en desuso por la invasión de fake news que han puesto en jaque su credibilidad.

Twitter, por su parte, también está en declive. Las personas buscan informarse a través de la imagen y  rechazan de cierta forma los textos. Por eso hoy la red social en auge es Instagram, que es la que mejor canaliza el interés de las personas y de los más jóvenes, en particular.

Las “stories” son el mejor método que el dirigente pueda tener para hacer que su seguidor sienta que es escuchado. El uso de las preguntas hace que el ciudadano responda con sus inquietudes. Por ejemplo: ¿En qué política creés que el gobierno falla? ¿qué pensás sobre el proyecto de ley que vamos a impulsar? Esta es una excelente manera de interactuar con quienes siguen el día a día del funcionario y que él o ella también tengan una mirada u opinión de su electorado.

¿Cómo se mide el daño a la oposición a través de las redes?

A través de big data, que es una herramienta de inteligencia de datos masivos, se pueden medir las menciones que se hicieron sobre un tema y evaluar la valoración -positiva o negativa- sobre el tema. Es utilizado sobre todo para medir la intensidad de los tweets de cierto hashtag.

En su momento, un hashtag que tuvo mucha repercusión fue el de #18F, cuando se realizó la marcha por el asesinato del fiscal Nisman. ¿Cómo reaccionaron los usuarios frente a la convocatoria? ¿Qué cantidad de fotos se subieron desde la marcha? ¿Hubo mucha o poca adhesión desde Twitter? Estas son las preguntas que se hacen aquellos que manejan big data y procesan esta información para quienes los contratan por consultas de medición en redes.

Los políticos y las redes sociales

La realidad es que hoy también es relativamente difícil hacer un control de estos hashtags debido a las campañas de trolls que contaminan las redes sociales, sobre todo en Twitter. Pero, ¿cómo diferenciar un troll? Muchas cuentas tienen un comportamiento similar, por lo que se puede analizar de dónde salen, si todas vienen de la misma IP o si publicaron desde una aplicación desarrollada por una empresa.

Los trolls están dedicados a propagar mensajes negativos o fake news, y ese es un gran problema porque hoy en día la gente no suele leer lo que publica: lee un título, le atrae o le resulta amigable, no abre la noticia y la comparte. Luego, esta se viraliza y se genera una ola de desinformación muy difícil de medir.

Twitter suele bajar cuentas que utilizan bots para sumar sus seguidores, que frecuentemente son estos trolls. Los bots están más automatizados en Twitter e Instagram y no tanto en Facebook, que tiene otra fisonomía de “amigos” y no tanto de “followers” (con excepción de las fan pages).

La nueva política

La nueva política y las redes sociales llegaron para romper con la comunicación tradicional, y eso en cierta manera molesta, como todo lo nuevo. Hay políticos que no quieren meterse en problemas y solo comparten obra pública, como por ejemplo el presidente Macri. ¿El caso contrario? Donald Trump. Pero, ¿cuál de los dos llega más lejos?

La campaña de Trump tiene mucho retorno y busca que permanentemente los medios se hagan eco de sus noticias. Pero llega un punto en el que ese tipo de comunicación colapsa y genera mayores tensiones en el sistema político.

La modernización, la necesidad de entender que hay ciertos canales que “ya fueron” es un desafío para quienes deben transmitírselo a los dirigentes políticos. Los jóvenes son quienes vienen a mostrar que hay una nueva comunicación en un mundo globalizado y que hoy es raro encontrar personas que no tengan un Smartphone o no estén registradas en una red social. Eso es lo que deben entender.