"Si nos juntamos todos, ganamos". Una de las frases más repetidas dentro del arco opositor. Pero del dicho al hecho, dicen, hay un largo trecho. Los esfuerzos por acercar posiciones, salvo pequeñas excepciones, han sido en vano. La oposición continúa en su larga marcha hacia las elecciones presidenciales y la tan esperada unidad parece se acerca a la utopía. ¿Se puede ganar sin unidad?

En el Congreso del Partido Justicialista, en lo que parece un último intento por lograr la unidad, Wado De Pedro convocó a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas a conformar un frente opositor en competir en las elecciones presidenciales en unas PASO.

No obstante, no sería una sorpresa que el líder del Frente Renovador rechace esa propuesta, ya que en varias declaraciones públicas dio por cerrada cualquier posibilidad de aliarse con la expresidenta con quien no dialoga hace nueve años.

Mismos son los casos de los gobernadores Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti, del senador nacional Miguel Ángel Pichetto y del propio Roberto Lavagna, quienes ya manifestaron su negativa a Cristina por considerar que "forma parte del pasado".

En este camino sin unidad, el principal beneficiado de la fragmentación opositora es el presidente Mauricio Macri en su carrera hacia la reelección.

El caso es por demás llamativo porque, a pesar de tener una presidencia muy pobre y que en cualquier otro contexto perdería la elección por demolición, Macri aún cuenta con serias chances de ser reelecto. Claro está, además de la división opositora, que está apoyado en un fuerte relato que polariza con el pasado y con un gran apoyo mediático que le da sostén.

Sin embargo, en ese marco el líder fundador del PRO tiene a su peor enemigo durmiendo bajo el mismo techo: su plan económico. La prometida recuperación que se iba a dar en marzo de este año no se cumplió. Todo lo contrario, el dólar sigue subiendo, los pronósticos inflacionarios empeoraron y no hay ningún síntoma de recuperación económica. Complicado panorama.

Se dice que la elección está dividida en tres tercios: uno M, uno K y otro que no opta por ninguno de los dos lados de la grieta. El dato en ese caso es que hay dos de los tres tercios que rechazan la presidencia de Macri. Lo que hay tener en cuenta es que en esta elección lo que se pone en juego es si los argentinos quieren, o no, cuatro años más de Macri.

Entonces, ¿es posible ganarle a Cambiemos sin unidad? La respuesta es que sí. Está claro que la unidad podría acrecentar esas chances, o que la fragmentación le da un poco de ventaja al oficialismo, pero el presente económico y el futuro cada vez más negro hacen creer que existe la posibilidad de que emerja un candidato o candidata capaz de presentar una salida a la crisis y una nueva esperanza para los argentinos.

Más que en juntar dirigentes y sacarse fotos, los esfuerzos de la oposición deberían estar concentrados en exponer un proyecto serio que genere expectativas en los ciudadanos. Puede que ahí esté la clave.