Desde que el fútbol dejó de ser solo un deporte para convertirse en un negocio, los jugadores sudamericanos trazan sus metas con un único destino: Europa. Mientras algunos lo hacen para competir en las mejores ligas, codearse con las estrellas y progresar en su juego, otros lo hacen simplemente para dar un salto económico que les "salve" un futuro.

Por eso, en los últimos años emergieron ligas exóticas -China, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, India e, incluso, Malasia- en los codiciosos horizontes de muchos. Partiendo desde esa premisa, los clubes argentinos ahora luchan con la venta prematura de jóvenes promesas que son seducidas por el poder del dinero.

Ezequiel Barco es un claro ejemplo de este nuevo mal que aqueja al fútbol sudamericano. Lautaro Martínez, en cambio, es la cura contra esta enfermedad que enceguece a los futbolistas y los obliga a pensar con la billetera y no con la cabeza.

El Caso Barco

El joven mediapunta de Independiente, que tan solo tiene 18 años, ganó la última Copa Sudamericana siendo una de las figuras de su equipo y las finales, particularmente. Ahora, contagiado por la misma cepa que supo contraer el paraguayo Miguel Almirón, cuando hace dos años prefirió los millones de la Major League Soccer de Estados Unidos por sobre la oferta de River Plate, Barco mostró los primeros síntomas.

Mientras sus compañeros volvieron a la actividad para encarar la pretemporada pensando en el torneo local y la Copa Libertadores, el Demonio eligió ausentarse de los entrenamientos para rebelarse contra la dirigencia del Rojo. El motivo: una posible venta al Atlanta United.

Una increíble casualidad del destino que el juvenil elija al mismo equipo al que emigró Almirón en su momento: un neófito club yankee dirigido por el devaluado Gerardo Martino y cuyo único objetivo es -en 2016/17 no estuvieron ni cerca- obtener el título de la MLS.

El Caso Lautaro

Lautaro Martínez es la esperanza del fútbol argentino. Incluso, quizás, de la Argentina. Debe ser el único joven adulto al que el dinero no lo nubló. A diferencia de Barco, no ganó ningún título en su corta carrera, ni siquiera con la Selección Juvenil Sub 20. Aún así, a fuerza de goles y buenos rendimientos, está en su mejor momento.

Primero, el Atlético Madrid del Cholo Simeone deslizó el rumor de una oferta neta por 14 millones de euros; luego, ante la posible salida de Mauro Icardi al Real Madrid, el Inter de Milán acercó de manera oficial una oferta de 15 millones de euros (brutos), pero con la posibilidad de quedarse hasta que Racing cayera en desgracia en la Copa Libertadores. Ambas ofertas fueron rechazadas por el jugador.

Además de ser insólita en los tiempos que corren, la negativa de Lautaro está bien fundamentada: quiere ganar la Libertadores y jugar el Mundial de Rusia. Y para ello necesita quedarse en la Academia, no sólo para tener rodaje, sino también para formar una personalidad fuerte y un liderazgo antes de pegar el gran salto al Viejo Continente.


Por supuesto, cada uno es libre de elegir su camino y tomar las decisiones que crea correctas para formarse (o deformarse), pero teniendo en cuenta el gran número de futbolistas que apuran sus decisiones, saltean etapas y emigran al extranjero para volver apresuradamente, el camino de Lautaro Martínez parece el más correcto.